1. Las grandes potencias, porque lo son, suelen tener muchos enemigos. Mas todavía si estas potencias no son solo económicas y militares, sino también políticas. Probablemente, más que la antigua Roma, EE UU ha sido y es odiado en muchas naciones y culturas, por fundamentalistas religiosos y por fanáticos ideológicos. Es explicable: en la pre- historia de cada gran potencia hay muchas guerras, y las guerras producen, inevitablemente, catástrofes irreversibles. Por supuesto, una gran potencia como EE UU está condenada a verse envuelta en los grandes conflictos del planeta. Es su destino.
No importa que a pesar de las injusticias y desmanes cometidos, EE UU haya contribuido de modo determinante a salvar a Europa y al mundo de los dos imperios totalitarios de la modernidad. EE UU es, antes que nada, la capital simbólica, económica y política del Occidente democrático. Lo que nos lleva a afirmar que el antinorteamericanismo es un derivado del antioccidentalismo, ideología dominante de las autocracias y dictaduras de este mundo. Para los enemigos de Occidente EE UU es la nación líder de un conglomerado planetario que ejerce dominación mundial gracias a su “aparato represivo internacional”, la OTAN.
Si uno pregunta a cualquier fanático de extrema izquierda o de extrema derecha, sea comunista o trumpista, recibirá la misma respuesta: “lo que pasa en Ucrania es culpa de los EE UU y de la OTAN”. Algunos, claro está, querrán aparecer como moderados –los crímenes de Putin han sido demasiado horrorosos- afirmando que condenan a las masacres en Ucrania, pero terminan diciendo que todo ha sido el resultado de la política expansiva de los EE UU y de la OTAN. Así Putin queda justificado. La guerra en Ucrania será presentada para ellos como la respuesta inevitable de Rusia frente a la expansión de la OTAN. O dicho con las cínicas palabras de Putin, como una guerra defensiva y preventiva. El agresor será convertido en agredido.
2. Hay un texto muy divulgado entre los "antinorteamericanistas. “La estrategia de los americanos”. El autor es el el profesor John Mearsheimer (de ahora en adelante JM) muy influyente en el discurso público de los EE UU. Como pocos, el citado texto documenta el ideario del que se sirve Putin para justificar la invasión a la república democrática de Ucrania. Su tesis central lla expone JM en las últimas líneas : “Está fuera de discusión que los rusos hacen el trabajo sucio. No quiero restar importancia a este hecho, pero ¿que ha llevado a los rusos a cometer este hecho? Mi respuesta a esa pregunta es muy simple: Los Estados Unidos de América”.
A demostrar esa terrible acusación dedicará el autor sus palabras. Sin embargo comete el error de revelar desde el primer momento su metodología. Esta consiste en apelar a una relación de causa- consecuencia, método rechazado en las academias historiográficas. Putin es presentado por JM como una consecuencia, Biden es en cambio una causa. Para que ese alegato aparezca plausible, el autor opta por comenzar a contar la historia desde el año 2008 cuando, según su opinión, EE UU intentó integrar a Georgia y a Ucrania en la OTAN.
La historia nos dice en cambio que no EE UU, tampoco la OTAN, buscaron integrar a Georgia y Ucrania en la alianza militar. Más bien sucedió al revés: Georgia y Ucrania, al sentirse desprotegidas al lado de un vecino que nunca ocultó su interés por convertirse en superpotencia, solicitaron protección a la OTAN. En contra de lo que afirma el autor, dentro de la OTAN hubo voces contrarias a la integración de Ucrania, entre ellas las francesas y las alemanas. Por lo demás, el hecho objetivo de que la integración de Ucrania en la OTAN no llegaría a concretarse, aún después de la invasión rusa a Crimea, prueba que la tendencia predominante en la OTAN no era enrolar a Ucrania.
Recordemos que en el breve periodo que se extiende desde diciembre del 2021 hasta el 24 de febrero de 2022, o sea, desde que Putin movilizó 200.000 soldados a los límites con Ucrania, las peticiones, incluso súplicas, del presidente Zelenski para ingresar a la UE y a la OTAN fueron muchas. Todas fueron negadas. Occidente temía, quizás con razón, que la invasión en ciernes derivara en un enfrentamiento directo entre la OTAN y Rusia. Por eso sucedió lo contrario. Desde diciembre del 2021 hasta el 24 de febrero del 2022 las declaraciones de la UE, así como las de cada país por separado, buscaron el diálogo y la negociación. Sin embargo – eso no lo dice JM - Putin no accedió a ninguna de las peticiones para tratar el conflicto por la vía de la diplomacia, aún sabiendo que la mayoría de los gobiernos de Occidente estaban dispuestos a no integrar a Ucrania en la OTAN.
¿Cómo respondió Putin? No solo negándose a negociar. Todo lo contrario: aumentó los contingentes militares en los límites con Ucrania. La invasión, no hay duda, ya estaba decidida desde diciembre, y probablemente, en la cabeza de Putin, desde mucho antes. Los hechos no mienten. A un lado los llamados a concordia de Occidente. Al otro, las mentiras de Putin y Lavrov afirmando que los soldados solo realizaban ejercicios militares en los límites con Ucrania. La afirmación del profesor JM relativa a que Occidente no ofreció ninguna alternativa a Putin es falsa.
Según JM, la supuesta intransigencia de Occidente se dio porque los gobernantes de los países democráticos creían que Putin tenía la intención de reeditar el antiguo imperio soviético. Si ese era el propósito de Putin, no lo sabemos. Tampoco JM lo sabe. Como tampoco sabemos si Stalin quería reeditar el imperio de los zares. Lo que sabemos en cambio es algo que también sabe pero no dice JM: Putin no ha ocultado nunca que su política exterior es expansionista. Tanto como Putin también lo saben los chechenios y los georgianos, los habitantes de Kirgistán y los de Azerbayán, y más recientemente, miles de bielorrusos en prisión y en el exilio. Desde 2014, lo saben, además, todos los ucranianos.
Putin intenta pasar a la historia como el fundador de un nuevo imperio. Si va a ser el de los zares o el de la URSS, no tiene importancia. Y que Ucrania deba ser por tradición, por cultura y por “lazos de sangre” (Putin dixit) parte de la nueva Rusia imperial, lo proclamó el mismo Putin. Su largo artículo sobre Ucrania, escrito el 2021, anunciaba el propósito de invadir a Ucrania de un modo tan claro como Hitler anunció en su Mein Kampf su propósito de borrar al pueblo judío de la faz de la tierra. Ni a Hitler ni a Putin le creyeron. No creer a los dictadores cuando escriben, se paga caro.
El profesor JM no solo ignora el escrito de Putin. Además anuncia que la expansión de Putin terminará en Ucrania. Su intención es evidente: Occidente y la OTAN –es lo que se deduce de su texto- debieron haber permitido a Putin hacerse de Ucrania como un prueba de que la OTAN no tiene nada en contra de Rusia. Con la integración de Ucrania a Rusia nuestra paz, la de los rusos, la de todo Occidente, e incluso la de los ucranianos, convertidos en flamantes ciudadanos rusos, habría quedado asegurada. No la desaparición en la OTAN de las fronteras rusas, sino su inacción frente a las agresiones de Rusia a Ucrania, habría demostrado la voluntad de paz de Occidente con Rusia.
Ahora, ¿cuál es el gran argumento que esgrime el autor para convencernos de que la expansión rusa iba a finalizar con Ucrania? No es uno, son tres: El primero dice que el producto social bruto de Rusia es muy bajo como para embarcarse en proyectos de dominación continental. El segundo, es la incapacidad militar de Rusia. El tercero: Putin no desearía tener problemas con naciones ocupadas como sí los tuvo la URSS con Checoeslovaquia, Polonia, Hungría y Alemania del Este.
Veamos el primer argumento: Hacer depender la expansión imperial de Rusia de factores como el producto social bruto es ignorar definitivamente la historia de la URSS y de Rusia. Es de sobra conocido que la ocupación de diversos países europeos por Stalin se dio en medio de la miseria y la hambruna de la URSS. Mas bien el argumento del profesor JM parece estar puesto sobre su cabeza. Si los países dominados por dictaduras recurren a la vía expansionista suelen hacerlo cuando atraviesan profundas dificultades económicas. Externalizando antagonismos internos los gobiernos autoritarios imponen economías de guerras y así decretan un estado de excepción en permanencia. Como dice la investigadora alemana Sabine Fischer, la autocracia rusa se ha convertido, no pese, sino gracias a la guerra contra Ucrania, en una dictadura (sobre el carácter anti-democrático de la dominación rusa, el profesor JM no gasta una sola palabra). Hay pues una relación directa entre guerra y totalización del poder político. Cuando las naciones gozan de bienestar material y armonía social, no necesitan expandirse territorialmente.
El segundo argumento de JM es el de la incapacidad militar de Rusia. Tal vez en términos convencionales Rusia no posea una gran capacidad militar. Así al menos lo está demostrando en Ucrania. Pero sí tiene una gran capacidad atómica, la que también es militar. Increíble que un geo-estratega haya pasado por alto ese “detalle”. Putin en cambio lo ha computado bien. En repetidas ocasiones, tanto él como sus íntimos Lavrov y Medvedev, han amenazado a Occidente con emplear medios nucleares. Hasta ahora el chantaje ha dado resultados. Si no fuera por el armamento nuclear que dispone Rusia, Occidente habría barrido con la amenaza rusa en Ucrania en pocos días. La capacidad militar la tiene Rusia: y esa capacidad se llama, armamento nuclear. Nadie sabe si Putin sería capaz de aplicarlo. Pero la amenaza, funciona.
El tercer argumento de JM es el más absurdo de todos: afirmar que Putin, habiendo ocupado a Ucrania se detendrá ahí por razones lógicas. Pero ¿cómo lo sabe? Pues, porque su lógica estratégica (la de JM) así lo indica. En otras palabras: Putin pensaría de acuerdo a lo que JM cree que debe pensar. De tal modo, el geo estratega transfiere su propio modo de pensar a Putin para luego imaginar que Putin debe hacer lo mismo que él piensa debería hacer.
Los dictadores son seres que no se dejan guiar por las máximas kantianas de la razón pura. Putin, como ayer Hitler, ha demostrado que su lógica no es la de seres comunes y corrientes. Los delirios de grandeza, la ausencia de límites, la creencia en grandiosas fantasías (designios divinos, misiones históricas y otras anomalías) forman parte del inventario mental de los dictadores. Putin parece ser, en ese sentido, un nuevo psicópata en el poder. Elegir intencionalmente a la población civil como blanco de ataque, por ejemplo, nos muestra que estamos frente a un criminal histórico de gruesa envergadura. Más todavía -este es otro punto que iguala a Putin más con Hitler que con Stalin quien usaba al buró político como organismo consultor- no hay sobre Putin ningún otro poder que no sea el mismo Putin. Pensar entonces que Putin va a detener sus atrocidades después que Occidente le regale Ucrania, es solo un deseo de JM. Los ciudadanos de Moldavia, de Finlandia, de Suecia, de los países bálticos, tienen el deber y el derecho a pensar, de acuerdo a sus propias experiencias, todo lo contrario.
3. La tesis central de JM dice que Rusia se siente existencialmente amenazada por la OTAN. No explica por qué. ¿Ha arrebatado alguna vez la OTAN un solo centímetro de territorio a Rusia? Rusia en cambio sí se ha apropiado de naciones vecinas. Si hay quienes deben sentirse existencialmente amenazados son las naciones que colindan con Rusia. Imperdonable en ese punto es que un académico de la talla de JM decida usar como argumento la antigua tesis estalinista de la expansión de EE UU a través de la OTAN.
Pero vamos a seguir por un momento el juego del profesor JM: Supongamos que Putin se siente de verdad amenazado por la OTAN. Pues bien, si así fuera, estaríamos nada menos frente a la confesión de Putin de que su objetivo es continuar su política de expansión. El corolario es obvio. Para que Putin no se sienta amenazado por la OTAN habría que permitir que Rusia continuara anexando naciones. ¿Es eso lo que propone el profesor JM?
Afirmar como hace JM, que Putin solo invadió a Ucrania porque se siente amenazado existencialmente por la OTAN, es excusar los crímenes horrendos que comete el dictador en Ucrania, es torcer la realidad de los hechos, es hacer aparecer al agresor como agredido y, no por último, es falsificar la historia reciente de Ucrania.
La historia reciente de Ucrania no solo es la de Ucrania. Es parte del difícil y discontinuo proceso de democratización vivido por diversos países después del derrumbe de la URSS. La Ucrania democrática de hoy en su filiación histórica proviene de esa revolución democrática, nacional y popular que comenzó en Polonia, Hungría, Checoeslovaquia, países que para protegerse de una eventual recuperación militar de Rusia solicitaron ingresar a la OTAN, al igual que los países bálticos. Luego de la primera explosión liberadora, tendría lugar la segunda, en proyectos de democratización generados en naciones como Georgia, Moldavia, Ucrania. La lenta revolución democrática ucraniana debe ser vista entonces como parte de esa ola democrática que siguió al fin de la URSS y a la caída del muro de Berlín, y en ningún caso como un producto de una supuesta expansión imperial de la OTAN, como afirma Putin, coreado por la corte de autócratas que gobiernan en Bielorrusia, en Siria, en Cuba, en Hungría, y hasta en Turquía.
La expansión de EE UU a través de la OTAN. Esa es la causa determinante de la invasión de Rusia a Ucrania según todos los enemigos de Occidente y de EE UU. Esa es también la tesis de JM. Tendrían tal vez razón si EEUU y la OTAN fueran un imperio territorial como el de Putin. Pero ni EE UU busca anexar naciones, ni la OTAN se encuentra en estado de expansión. En ese punto la confusión reside en el uso del término “expansión”.
La OTAN no se expande, se amplía. La terminología exacta debe ser, “ampliación” de la OTAN. No, no estoy haciendo un ocioso ejercicio semántico. Expansión significa ocupar terrenos ajenos o enemigos, en este caso, en la Rusia de Putin o en sus países aliados. Ampliación significa en cambio integrar a naciones amigas, sobre todo las que comparten una suma de valores a los que llamamos occidentales.
La OTAN, no es casualidad, está formada en su inmensa mayoría, por gobiernos democráticos (nunca ha habido en la historia una guerra entre países democráticos) Por eso la OTAN puede ser considerada como una comunidad militar de naciones democráticas en donde EE UU, al ser la nación militarmente más poderosa, ocupa un lugar de liderazgo. Sus objetivos quedaron fijados desde el momento de su propia fundación, en 1949. La OTAN nació como una institución militar de carácter defensivo frente a las pretensiones de Stalin de avanzar hacia el espacio griego-turco. Desde ahí fue concebido por Stalin el dogma de la OTAN como brazo armado de la expansión del imperialismo norteamericano.
El carácter esencialmente defensivo de la OTAN fue abandonado por Bush hijo. A partir de la destrucción de las torres gemelas, el 11 de septiembre del 2001, y la consiguiente declaración de guerra al “terrorismo internacional” hecha por Bush, la OTAN vivió un periodo ofensivo. No está de más recordar aquí que el mismo Putin aparentó convertirse en aliado de la OTAN para llevar a cabo su expansión hacia el mundo islámico. Tanto la guerra a la ciudadanía islámica de Chechenia, como el apoderamiento de Siria, fueron hechos en nombre de la guerra en contra del terrorismo internacional. Incluso Obama, con tierna buena fe, dejó hacer a Putin en Siria, retirando sus tropas del país. Solo cuando ya fue evidente que la expansión de Putin amenazaba directamente a naciones europeas que habían optado por su independencia y por la democracia, la OTAN recuperó su carácter defensivo originario.
La OTAN de hoy es nuevamente una institución militar defensiva y su proyecto no es invadir territorios rusos sino solo servir de contención a los proyectos de Putin hacia Europa, a la que países como Ucrania, Georgia y Moldavia pertenecen políticamente, aún sin ser miembros de la OTAN. Putin, en consecuencias, no está en contra de la expansión de la OTAN, pero sí está en contra de su ampliación, sobre todo si esta ha sido decidida por países que en el pasado pertenecieron al imperio de la URSS y hoy son naciones libres, independientes y soberanas. La OTAN no ha obligado a ninguna de esas naciones a pedir su ingreso. Más bien ha ocurrido lo contrario, son estas naciones las que piden protección a la OTAN solicitando su ingreso.
Para sintetizar: la OTAN nació del nuevo orden mundial construido después de la guerra en contra del nazismo. Fue convertida en el principal bastión europeo en contra del comunismo estalinista. Asumió un carácter ofensivo, en sociedad con Rusia en la guerra en contra del terrorismo internacional, y hoy ha vuelto a ser un baluarte defensivo, democrático y militar en la guerra en contra de la expansión del imperio Putin. Esa es la OTAN que inquieta existencialmente a PUTIN e intelectualmente al profesor JM.
4. JM es académico y geo-estratega. Desde la perspectiva de su especialidad observa el tablero mundial como un ajedrecista. En el ejercicio de su profesión parecen no interesar a JM los principios, los fundamentos jurídicos y la historia de los países en contienda. Para él Ucrania es una ficha en el tablero, una a la que, si es preciso, hay que sacrificar para asegurar la paz mundial. Que Ucrania, después de altos y bajos haya optado por la vía democrática, parece no importarle demasiado. Que la línea divisoria que separa a Putin y los gobiernos representados en la OTAN, coincida exactamente (exceptuando a la Turquía de Erdogan) con la línea que separa a las naciones democráticas de las que no lo son, le importa menos. Siendo para él Ucrania una pieza en el juego, opina que EE UU la movió mal y por eso carga contra el gobierno de su país. En ese punto, sin decirlo, coincide con los enemigos de EE UU y la OTAN. No afirma por cierto que Zelenski es un títere de los EE UU, pero evidentemente es lo que piensa cuando afirma que EE UU ha obligado a Ucrania a pedir su ingreso en la OTAN. Aquí opinamos exactamente al revés: no ha sido EE UU, ni la UE, ni mucho menos la OTAN las instancias que han obligado a Ucrania a ingresar a la comunidad democrática occidental, sino la resistencia patriótica de los ucranianos ha obligado a EE UU (que todavía andaba perdido en el esquema anti-chino impuesto por Trump), a la UE y a la OTAN a reconstituirse como unidades geográficas y políticas a la vez.
Podemos coincidir con JM en que hay que evitar el escalamiento de la guerra. No podemos coincidir si el camino que él indica es el de seguir los dictados de Putin, y no cruzar las líneas rojas que el mismo dictador establece. Si de algo sirve la historia es para aprender de ella. Los que confiaron que el hambre de Hitler quedaría saciada con la ocupación de los Sudetes y de Polonia, tuvieron que pagar caro sus falsas ilusiones. No vamos a decir que la historia se repite. Pero a veces rima.
Por cierto, la guerra en Ucrania terminará, como todas las guerras, con un acuerdo de paz. Pero para llegar a ese acuerdo de paz hay que dialogar y para dialogar es necesario que Putin fracase en Ucrania. Ese fracaso puede ser resumido en una frase: reconocimiento de Ucrania como nación independiente y soberana. Con OTAN o sin OTAN.
Aunque el mismo JM nos amenace con la posibilidad que da como hecho, de que Rusia no terminará la guerra en Ucrania, aunque sea al precio de la destrucción total del país, EE UU, la UE la NATO, en fin Occidente, no pueden hacer más que ayudar con todos los medios a su alcance a defender a Ucrania. A esa Ucrania que no fue empujada por EE UU a la guerra como afirma JM, sino a esa Ucrania que decidió ser una nación de Europa y no una región del imperio militar ruso. No debemos dejarnos entonces enredar en el chantaje de quienes nos dicen que estamos usando a Ucrania como escudo protector. Son los mismos que elevarían el grito al cielo si es que las fuerzas occidentales decidieran actuar directamente, arriesgando una guerra mundial con terribles consecuencias nucleares. Los ucranianos, hay que tenerlo en cuenta, no solo están luchando por Occidente. Están luchando en primer lugar, por su país. Que eso tenga ademas, serias implicaciones para el resto del mundo, es obvio. Como escribió el historiador británico Timothy Snyder: “Si Ucrania no hubiera resistido, esta habría sido una primavera oscura para los demócratas de todo el mundo. Si Ucrania no gana, podemos esperar décadas de oscuridad”
No descartamos por cierto la posibilidad de la destrucción total de Ucrania que nos pinta JM pero tampoco descartamos otra diferente. Nadie tiene en sus manos una bola de cristal para fijar en el tiempo escenarios que pueden darse, como bien pueden no darse. Dar por conocido el futuro y adecuar el presente a ese imaginario futuro, es confundir a los hechos con sus interpretaciones. La historia no se mueve de acuerdo a imaginados escenarios, sino en virtud de contingencias que nadie está en condiciones de prever.
Después de todo no hay mejor forma de forjar un buen futuro que haciendo bien bien las tareas que nos depara cada día. Y, a nivel internacional, la tarea del día es defender a Ucrania de la agresión putinista. Esa es la tarea que ha asumido Occidente.
La historia nos dice en cambio que no EE UU, tampoco la OTAN, buscaron integrar a Georgia y Ucrania en la alianza militar. Más bien sucedió al revés: Georgia y Ucrania, al sentirse desprotegidas al lado de un vecino que nunca ocultó su interés por convertirse en superpotencia, solicitaron protección a la OTAN. En contra de lo que afirma el autor, dentro de la OTAN hubo voces contrarias a la integración de Ucrania, entre ellas las francesas y las alemanas. Por lo demás, el hecho objetivo de que la integración de Ucrania en la OTAN no llegaría a concretarse, aún después de la invasión rusa a Crimea, prueba que la tendencia predominante en la OTAN no era enrolar a Ucrania.
Recordemos que en el breve periodo que se extiende desde diciembre del 2021 hasta el 24 de febrero de 2022, o sea, desde que Putin movilizó 200.000 soldados a los límites con Ucrania, las peticiones, incluso súplicas, del presidente Zelenski para ingresar a la UE y a la OTAN fueron muchas. Todas fueron negadas. Occidente temía, quizás con razón, que la invasión en ciernes derivara en un enfrentamiento directo entre la OTAN y Rusia. Por eso sucedió lo contrario. Desde diciembre del 2021 hasta el 24 de febrero del 2022 las declaraciones de la UE, así como las de cada país por separado, buscaron el diálogo y la negociación. Sin embargo – eso no lo dice JM - Putin no accedió a ninguna de las peticiones para tratar el conflicto por la vía de la diplomacia, aún sabiendo que la mayoría de los gobiernos de Occidente estaban dispuestos a no integrar a Ucrania en la OTAN.
¿Cómo respondió Putin? No solo negándose a negociar. Todo lo contrario: aumentó los contingentes militares en los límites con Ucrania. La invasión, no hay duda, ya estaba decidida desde diciembre, y probablemente, en la cabeza de Putin, desde mucho antes. Los hechos no mienten. A un lado los llamados a concordia de Occidente. Al otro, las mentiras de Putin y Lavrov afirmando que los soldados solo realizaban ejercicios militares en los límites con Ucrania. La afirmación del profesor JM relativa a que Occidente no ofreció ninguna alternativa a Putin es falsa.
Según JM, la supuesta intransigencia de Occidente se dio porque los gobernantes de los países democráticos creían que Putin tenía la intención de reeditar el antiguo imperio soviético. Si ese era el propósito de Putin, no lo sabemos. Tampoco JM lo sabe. Como tampoco sabemos si Stalin quería reeditar el imperio de los zares. Lo que sabemos en cambio es algo que también sabe pero no dice JM: Putin no ha ocultado nunca que su política exterior es expansionista. Tanto como Putin también lo saben los chechenios y los georgianos, los habitantes de Kirgistán y los de Azerbayán, y más recientemente, miles de bielorrusos en prisión y en el exilio. Desde 2014, lo saben, además, todos los ucranianos.
Putin intenta pasar a la historia como el fundador de un nuevo imperio. Si va a ser el de los zares o el de la URSS, no tiene importancia. Y que Ucrania deba ser por tradición, por cultura y por “lazos de sangre” (Putin dixit) parte de la nueva Rusia imperial, lo proclamó el mismo Putin. Su largo artículo sobre Ucrania, escrito el 2021, anunciaba el propósito de invadir a Ucrania de un modo tan claro como Hitler anunció en su Mein Kampf su propósito de borrar al pueblo judío de la faz de la tierra. Ni a Hitler ni a Putin le creyeron. No creer a los dictadores cuando escriben, se paga caro.
El profesor JM no solo ignora el escrito de Putin. Además anuncia que la expansión de Putin terminará en Ucrania. Su intención es evidente: Occidente y la OTAN –es lo que se deduce de su texto- debieron haber permitido a Putin hacerse de Ucrania como un prueba de que la OTAN no tiene nada en contra de Rusia. Con la integración de Ucrania a Rusia nuestra paz, la de los rusos, la de todo Occidente, e incluso la de los ucranianos, convertidos en flamantes ciudadanos rusos, habría quedado asegurada. No la desaparición en la OTAN de las fronteras rusas, sino su inacción frente a las agresiones de Rusia a Ucrania, habría demostrado la voluntad de paz de Occidente con Rusia.
Ahora, ¿cuál es el gran argumento que esgrime el autor para convencernos de que la expansión rusa iba a finalizar con Ucrania? No es uno, son tres: El primero dice que el producto social bruto de Rusia es muy bajo como para embarcarse en proyectos de dominación continental. El segundo, es la incapacidad militar de Rusia. El tercero: Putin no desearía tener problemas con naciones ocupadas como sí los tuvo la URSS con Checoeslovaquia, Polonia, Hungría y Alemania del Este.
Veamos el primer argumento: Hacer depender la expansión imperial de Rusia de factores como el producto social bruto es ignorar definitivamente la historia de la URSS y de Rusia. Es de sobra conocido que la ocupación de diversos países europeos por Stalin se dio en medio de la miseria y la hambruna de la URSS. Mas bien el argumento del profesor JM parece estar puesto sobre su cabeza. Si los países dominados por dictaduras recurren a la vía expansionista suelen hacerlo cuando atraviesan profundas dificultades económicas. Externalizando antagonismos internos los gobiernos autoritarios imponen economías de guerras y así decretan un estado de excepción en permanencia. Como dice la investigadora alemana Sabine Fischer, la autocracia rusa se ha convertido, no pese, sino gracias a la guerra contra Ucrania, en una dictadura (sobre el carácter anti-democrático de la dominación rusa, el profesor JM no gasta una sola palabra). Hay pues una relación directa entre guerra y totalización del poder político. Cuando las naciones gozan de bienestar material y armonía social, no necesitan expandirse territorialmente.
El segundo argumento de JM es el de la incapacidad militar de Rusia. Tal vez en términos convencionales Rusia no posea una gran capacidad militar. Así al menos lo está demostrando en Ucrania. Pero sí tiene una gran capacidad atómica, la que también es militar. Increíble que un geo-estratega haya pasado por alto ese “detalle”. Putin en cambio lo ha computado bien. En repetidas ocasiones, tanto él como sus íntimos Lavrov y Medvedev, han amenazado a Occidente con emplear medios nucleares. Hasta ahora el chantaje ha dado resultados. Si no fuera por el armamento nuclear que dispone Rusia, Occidente habría barrido con la amenaza rusa en Ucrania en pocos días. La capacidad militar la tiene Rusia: y esa capacidad se llama, armamento nuclear. Nadie sabe si Putin sería capaz de aplicarlo. Pero la amenaza, funciona.
El tercer argumento de JM es el más absurdo de todos: afirmar que Putin, habiendo ocupado a Ucrania se detendrá ahí por razones lógicas. Pero ¿cómo lo sabe? Pues, porque su lógica estratégica (la de JM) así lo indica. En otras palabras: Putin pensaría de acuerdo a lo que JM cree que debe pensar. De tal modo, el geo estratega transfiere su propio modo de pensar a Putin para luego imaginar que Putin debe hacer lo mismo que él piensa debería hacer.
Los dictadores son seres que no se dejan guiar por las máximas kantianas de la razón pura. Putin, como ayer Hitler, ha demostrado que su lógica no es la de seres comunes y corrientes. Los delirios de grandeza, la ausencia de límites, la creencia en grandiosas fantasías (designios divinos, misiones históricas y otras anomalías) forman parte del inventario mental de los dictadores. Putin parece ser, en ese sentido, un nuevo psicópata en el poder. Elegir intencionalmente a la población civil como blanco de ataque, por ejemplo, nos muestra que estamos frente a un criminal histórico de gruesa envergadura. Más todavía -este es otro punto que iguala a Putin más con Hitler que con Stalin quien usaba al buró político como organismo consultor- no hay sobre Putin ningún otro poder que no sea el mismo Putin. Pensar entonces que Putin va a detener sus atrocidades después que Occidente le regale Ucrania, es solo un deseo de JM. Los ciudadanos de Moldavia, de Finlandia, de Suecia, de los países bálticos, tienen el deber y el derecho a pensar, de acuerdo a sus propias experiencias, todo lo contrario.
3. La tesis central de JM dice que Rusia se siente existencialmente amenazada por la OTAN. No explica por qué. ¿Ha arrebatado alguna vez la OTAN un solo centímetro de territorio a Rusia? Rusia en cambio sí se ha apropiado de naciones vecinas. Si hay quienes deben sentirse existencialmente amenazados son las naciones que colindan con Rusia. Imperdonable en ese punto es que un académico de la talla de JM decida usar como argumento la antigua tesis estalinista de la expansión de EE UU a través de la OTAN.
Pero vamos a seguir por un momento el juego del profesor JM: Supongamos que Putin se siente de verdad amenazado por la OTAN. Pues bien, si así fuera, estaríamos nada menos frente a la confesión de Putin de que su objetivo es continuar su política de expansión. El corolario es obvio. Para que Putin no se sienta amenazado por la OTAN habría que permitir que Rusia continuara anexando naciones. ¿Es eso lo que propone el profesor JM?
Afirmar como hace JM, que Putin solo invadió a Ucrania porque se siente amenazado existencialmente por la OTAN, es excusar los crímenes horrendos que comete el dictador en Ucrania, es torcer la realidad de los hechos, es hacer aparecer al agresor como agredido y, no por último, es falsificar la historia reciente de Ucrania.
La historia reciente de Ucrania no solo es la de Ucrania. Es parte del difícil y discontinuo proceso de democratización vivido por diversos países después del derrumbe de la URSS. La Ucrania democrática de hoy en su filiación histórica proviene de esa revolución democrática, nacional y popular que comenzó en Polonia, Hungría, Checoeslovaquia, países que para protegerse de una eventual recuperación militar de Rusia solicitaron ingresar a la OTAN, al igual que los países bálticos. Luego de la primera explosión liberadora, tendría lugar la segunda, en proyectos de democratización generados en naciones como Georgia, Moldavia, Ucrania. La lenta revolución democrática ucraniana debe ser vista entonces como parte de esa ola democrática que siguió al fin de la URSS y a la caída del muro de Berlín, y en ningún caso como un producto de una supuesta expansión imperial de la OTAN, como afirma Putin, coreado por la corte de autócratas que gobiernan en Bielorrusia, en Siria, en Cuba, en Hungría, y hasta en Turquía.
La expansión de EE UU a través de la OTAN. Esa es la causa determinante de la invasión de Rusia a Ucrania según todos los enemigos de Occidente y de EE UU. Esa es también la tesis de JM. Tendrían tal vez razón si EEUU y la OTAN fueran un imperio territorial como el de Putin. Pero ni EE UU busca anexar naciones, ni la OTAN se encuentra en estado de expansión. En ese punto la confusión reside en el uso del término “expansión”.
La OTAN no se expande, se amplía. La terminología exacta debe ser, “ampliación” de la OTAN. No, no estoy haciendo un ocioso ejercicio semántico. Expansión significa ocupar terrenos ajenos o enemigos, en este caso, en la Rusia de Putin o en sus países aliados. Ampliación significa en cambio integrar a naciones amigas, sobre todo las que comparten una suma de valores a los que llamamos occidentales.
La OTAN, no es casualidad, está formada en su inmensa mayoría, por gobiernos democráticos (nunca ha habido en la historia una guerra entre países democráticos) Por eso la OTAN puede ser considerada como una comunidad militar de naciones democráticas en donde EE UU, al ser la nación militarmente más poderosa, ocupa un lugar de liderazgo. Sus objetivos quedaron fijados desde el momento de su propia fundación, en 1949. La OTAN nació como una institución militar de carácter defensivo frente a las pretensiones de Stalin de avanzar hacia el espacio griego-turco. Desde ahí fue concebido por Stalin el dogma de la OTAN como brazo armado de la expansión del imperialismo norteamericano.
El carácter esencialmente defensivo de la OTAN fue abandonado por Bush hijo. A partir de la destrucción de las torres gemelas, el 11 de septiembre del 2001, y la consiguiente declaración de guerra al “terrorismo internacional” hecha por Bush, la OTAN vivió un periodo ofensivo. No está de más recordar aquí que el mismo Putin aparentó convertirse en aliado de la OTAN para llevar a cabo su expansión hacia el mundo islámico. Tanto la guerra a la ciudadanía islámica de Chechenia, como el apoderamiento de Siria, fueron hechos en nombre de la guerra en contra del terrorismo internacional. Incluso Obama, con tierna buena fe, dejó hacer a Putin en Siria, retirando sus tropas del país. Solo cuando ya fue evidente que la expansión de Putin amenazaba directamente a naciones europeas que habían optado por su independencia y por la democracia, la OTAN recuperó su carácter defensivo originario.
La OTAN de hoy es nuevamente una institución militar defensiva y su proyecto no es invadir territorios rusos sino solo servir de contención a los proyectos de Putin hacia Europa, a la que países como Ucrania, Georgia y Moldavia pertenecen políticamente, aún sin ser miembros de la OTAN. Putin, en consecuencias, no está en contra de la expansión de la OTAN, pero sí está en contra de su ampliación, sobre todo si esta ha sido decidida por países que en el pasado pertenecieron al imperio de la URSS y hoy son naciones libres, independientes y soberanas. La OTAN no ha obligado a ninguna de esas naciones a pedir su ingreso. Más bien ha ocurrido lo contrario, son estas naciones las que piden protección a la OTAN solicitando su ingreso.
Para sintetizar: la OTAN nació del nuevo orden mundial construido después de la guerra en contra del nazismo. Fue convertida en el principal bastión europeo en contra del comunismo estalinista. Asumió un carácter ofensivo, en sociedad con Rusia en la guerra en contra del terrorismo internacional, y hoy ha vuelto a ser un baluarte defensivo, democrático y militar en la guerra en contra de la expansión del imperio Putin. Esa es la OTAN que inquieta existencialmente a PUTIN e intelectualmente al profesor JM.
4. JM es académico y geo-estratega. Desde la perspectiva de su especialidad observa el tablero mundial como un ajedrecista. En el ejercicio de su profesión parecen no interesar a JM los principios, los fundamentos jurídicos y la historia de los países en contienda. Para él Ucrania es una ficha en el tablero, una a la que, si es preciso, hay que sacrificar para asegurar la paz mundial. Que Ucrania, después de altos y bajos haya optado por la vía democrática, parece no importarle demasiado. Que la línea divisoria que separa a Putin y los gobiernos representados en la OTAN, coincida exactamente (exceptuando a la Turquía de Erdogan) con la línea que separa a las naciones democráticas de las que no lo son, le importa menos. Siendo para él Ucrania una pieza en el juego, opina que EE UU la movió mal y por eso carga contra el gobierno de su país. En ese punto, sin decirlo, coincide con los enemigos de EE UU y la OTAN. No afirma por cierto que Zelenski es un títere de los EE UU, pero evidentemente es lo que piensa cuando afirma que EE UU ha obligado a Ucrania a pedir su ingreso en la OTAN. Aquí opinamos exactamente al revés: no ha sido EE UU, ni la UE, ni mucho menos la OTAN las instancias que han obligado a Ucrania a ingresar a la comunidad democrática occidental, sino la resistencia patriótica de los ucranianos ha obligado a EE UU (que todavía andaba perdido en el esquema anti-chino impuesto por Trump), a la UE y a la OTAN a reconstituirse como unidades geográficas y políticas a la vez.
Podemos coincidir con JM en que hay que evitar el escalamiento de la guerra. No podemos coincidir si el camino que él indica es el de seguir los dictados de Putin, y no cruzar las líneas rojas que el mismo dictador establece. Si de algo sirve la historia es para aprender de ella. Los que confiaron que el hambre de Hitler quedaría saciada con la ocupación de los Sudetes y de Polonia, tuvieron que pagar caro sus falsas ilusiones. No vamos a decir que la historia se repite. Pero a veces rima.
Por cierto, la guerra en Ucrania terminará, como todas las guerras, con un acuerdo de paz. Pero para llegar a ese acuerdo de paz hay que dialogar y para dialogar es necesario que Putin fracase en Ucrania. Ese fracaso puede ser resumido en una frase: reconocimiento de Ucrania como nación independiente y soberana. Con OTAN o sin OTAN.
Aunque el mismo JM nos amenace con la posibilidad que da como hecho, de que Rusia no terminará la guerra en Ucrania, aunque sea al precio de la destrucción total del país, EE UU, la UE la NATO, en fin Occidente, no pueden hacer más que ayudar con todos los medios a su alcance a defender a Ucrania. A esa Ucrania que no fue empujada por EE UU a la guerra como afirma JM, sino a esa Ucrania que decidió ser una nación de Europa y no una región del imperio militar ruso. No debemos dejarnos entonces enredar en el chantaje de quienes nos dicen que estamos usando a Ucrania como escudo protector. Son los mismos que elevarían el grito al cielo si es que las fuerzas occidentales decidieran actuar directamente, arriesgando una guerra mundial con terribles consecuencias nucleares. Los ucranianos, hay que tenerlo en cuenta, no solo están luchando por Occidente. Están luchando en primer lugar, por su país. Que eso tenga ademas, serias implicaciones para el resto del mundo, es obvio. Como escribió el historiador británico Timothy Snyder: “Si Ucrania no hubiera resistido, esta habría sido una primavera oscura para los demócratas de todo el mundo. Si Ucrania no gana, podemos esperar décadas de oscuridad”
No descartamos por cierto la posibilidad de la destrucción total de Ucrania que nos pinta JM pero tampoco descartamos otra diferente. Nadie tiene en sus manos una bola de cristal para fijar en el tiempo escenarios que pueden darse, como bien pueden no darse. Dar por conocido el futuro y adecuar el presente a ese imaginario futuro, es confundir a los hechos con sus interpretaciones. La historia no se mueve de acuerdo a imaginados escenarios, sino en virtud de contingencias que nadie está en condiciones de prever.
Después de todo no hay mejor forma de forjar un buen futuro que haciendo bien bien las tareas que nos depara cada día. Y, a nivel internacional, la tarea del día es defender a Ucrania de la agresión putinista. Esa es la tarea que ha asumido Occidente.
Referencias:
John Mearsheimer (Video) https://youtu.be/q_OD0GvKO3k