Para un analista político, un caramelo. Para Italia una
catástrofe. Hemos estado presenciando, y al parecer por primera vez en la tormentosa
vida política italiana, un abierto conflicto entre la máxima expresión del
Estado y la mayoría electoral. Entre el presidente Sergio Matarella y el principio de representación
política, configurado en la coalición formada por los dos partidos populistas
de la nación, Liga Norte (LN) y Movimiento 5 Estrellas (5S).
El punto de partida fue la decisión de Matarella de vetar la designación del octogenario Paolo Savona como ministro de finanzas. En cualquier otro país del mundo, un ministerio sin grandes resonancias políticas internacionales. En Italia no. Prácticamente toda la campaña de los partidos ganadores ha estado centrada en su oposición a la UE y por supuesto al euro.
El punto de partida fue la decisión de Matarella de vetar la designación del octogenario Paolo Savona como ministro de finanzas. En cualquier otro país del mundo, un ministerio sin grandes resonancias políticas internacionales. En Italia no. Prácticamente toda la campaña de los partidos ganadores ha estado centrada en su oposición a la UE y por supuesto al euro.
Savona, quien si no es un fascista es lo que más se
parece a un fascista, es, por lo mismo, un declarado enemigo de la UE y del
euro, y por supuesto, de la representación corpórea de esa enemistad: Angela
Merkel. Otra vez: en cualquier otro país, algo normal. El problema es que
Italia no es cualquier país. Italia es uno de los iniciadores de la UE, y el
nombre del insigne Alcide De Gasperi figura con letras de oro al lado de Konrad
Adenauer, Jean Monnet y Robert Schuman como uno de los fundadores no-solo de la
EU sino, además, de la Europa moderna.
Italia no es un país europeo situado al margen geográfico
y político de Europa Occidental como la Hungría de Orban, ni tampoco una gran
isla con pretensiones micro-continentales, como Gran Bretaña. Italia late en el corazón de Europa y Europa sin
Italia no sería Europa, con todo lo malo y con todo lo bueno que es. Por esa
razón, una persona como Savona, enviado por LN con el cometido de desmontar al euro
y preparar la salida de Italia de la EU, significaba para Matarella una amenaza
a la identidad histórica de la nación. Desde su lugar presidencial no podía
sino vetarlo. La renuncia del profesor Giuseppe Conte fue el corolario
inmediato. En su lugar Matarella designó al economista Carlo Cottarelli, es
decir, a alguien con baja connotación política y probada eficiencia
profesional.
Tal vez la intención del presidente fue bajar un tanto el
perfil antagonista del conflicto. Pero también pudo haber sido su gran error.
Savona fue enviado al Ministerio de Finanzas por LN a cumplir una misión esencialmente
política. ¿No habría sido mejor que el presidente hubiera encargado la
formación de un nuevo gobierno a algún connotado político europeísta, a alguien que, aunque sin saber nada de economía
hubiera estado en condiciones de debatir políticamente en contra del
anti-europeísmo de los populistas?
LN sí entendió el momento. Sin esperar nada, desató toda
su artillería en contra de la persona del presidente, algo inédito en la
historia moderna del país. Más todavía, junto con sus socios de 5-S aparecen
hoy erigidos nada menos que en representantes del principio de la soberanía
popular. Formalmente, tienen incluso razón. La coalición LN-5S es expresión de la
inmensa mayoría nacional. Que Matarella represente la identidad histórica de la
nación, no parece impresionar demasiado a nadie. Que la gran mayoría electoral
italiana, como suele ocurrir con muchas mayorías electorales en otros países,
se equivocó rotundamente al elegir a dos partidos populistas, es parte de juego
democrático y con esos errores trágicos toda democracia debe contar.
El gran ganador político ha sido sin duda la gran
coalición populista. Si bien el procedimiento
presidencial fue impecablemente legal, la legitimidad de facto está al
lado de los populistas. Y eso sí cuenta en política. LN aparece ahora no solo
como representante de segmentos empresariales y ultraconservadores sino del
principio de la soberanía popular amenazada por el Estado -lo ha dicho el mismo Salvini-.
Definitivamente, LN y 5S están en condiciones de causar un inmenso daño al
estatuto presidencial y con ello a la integridad de todo el Estado. Al atacar
al intocable, al presidente, los populistas asedian ahora a la última línea de
defensa de la república.
Como si fuera poco, los populistas recibieron un regalo
de donde menos lo esperaban: Desde la propia UE y desde la persona que era la
única que debía quedarse callada. Nos referimos a otro connotado tecnócrata,
Günther Oettinger, comisario de presupuesto de la UE. Sin que nadie se lo
pidiera, Oettinger -quien según vox populi fue enviado por Merkel a la UE para
que no hablara disparates en Alemania- aplaudió la medida de Matarella, y
adujo, como si el problema fuera solo un impasse económico, que los italianos,
en las próximas elecciones entenderán las ventajas que proporciona el euro.
Con el automatismo propio a los más empecinados
tecnócratas, sean de izquierda o derecha, Oettinger redujo el complejo problema
italiano a un simple detalle financiero. Peor aún: se olvidó de que él es
alemán y por supuesto, de que en las condiciones políticas que vive Italia, la
mayor torpeza que puede cometer un político alemán -sobre todo alguien tan
cercano a Merkel como Oettinger- es
entrometerse públicamente en los problemas internos de los italianos. Por
supuesto, el astuto Matteo Salvini de LN no dejó pasar la oportunidad. Lo mismo
Luigi Di Maio de 5-S (llamó nada menos que a una revuelta en contra de la casa
presidencial).
Para los nacional-populistas Alemania es lo que fue para la izquierda latinoamericana “el imperialismo norteamericano”. Un recurso fácil al que se puede echar mano a conveniencia, la configuración de un demonio externo culpable de todos los males internos, la amenaza que se cierne sobre los “verdaderos” intereses de la nación.
Para los nacional-populistas Alemania es lo que fue para la izquierda latinoamericana “el imperialismo norteamericano”. Un recurso fácil al que se puede echar mano a conveniencia, la configuración de un demonio externo culpable de todos los males internos, la amenaza que se cierne sobre los “verdaderos” intereses de la nación.
Las próximas elecciones (si es que las hay) -es la opinión generalizada- no
resolverán el problema. Probablemente, ocurrirá lo contrario. Que hoy los
demócratas italianos estén buscando una solución nada menos que en un eventual
retorno político de Silvio Berlusconi, solo nos habla de la aterradora
profundidad de la crisis política italiana.
Por si fuera poco, Italia no participará en el próximo
mundial de fútbol, hecho que aumentará los rencores internos que corroen a la
nación (no es broma). Solo un milagro -ciertamente, muchos italianos creen en
milagros – puede salvar a Italia. Y con ello a Europa.
PS
Habiendo terminado este artículo llegó la noticia de que los dos partidos populistas -desde ahora habrá que denominarlos: los dos partidos de gobierno- optaron por la senda del compromiso y -emociones y orgullos aparte- negociaron a la controvertida figura de Savona para ubicarlo en un lugar más intransendente del gabinete (encargado de las relaciones con la UE: algo así como un perro cuidando a las salchichas). Regresa Conte a formar gobierno. Ministro de Economía será el profesor romano Giovani Tría.
No obstante, la crisis de la política italiana no está superada. Al contrario, recién comienza. La contradicción entre el ejecutivo populista y el Estado democrático continúa. El problema es que el bloque populista tendrá desde ahora en adelante todas las herramientas en su mano para demontar a ese Estado y hacerse del poder total. Por ahora no se ven alternativas democráticas. La oposición está todavía muy lejos de conformar un bloque de acción política. Pobre Italia. Pobre Europa.
Del mismo autor: Italia: populismo contra populismo
PS
Habiendo terminado este artículo llegó la noticia de que los dos partidos populistas -desde ahora habrá que denominarlos: los dos partidos de gobierno- optaron por la senda del compromiso y -emociones y orgullos aparte- negociaron a la controvertida figura de Savona para ubicarlo en un lugar más intransendente del gabinete (encargado de las relaciones con la UE: algo así como un perro cuidando a las salchichas). Regresa Conte a formar gobierno. Ministro de Economía será el profesor romano Giovani Tría.
No obstante, la crisis de la política italiana no está superada. Al contrario, recién comienza. La contradicción entre el ejecutivo populista y el Estado democrático continúa. El problema es que el bloque populista tendrá desde ahora en adelante todas las herramientas en su mano para demontar a ese Estado y hacerse del poder total. Por ahora no se ven alternativas democráticas. La oposición está todavía muy lejos de conformar un bloque de acción política. Pobre Italia. Pobre Europa.
Del mismo autor: Italia: populismo contra populismo