Osvaldo Monsalve, Croquis
HOY QUIERO ESCRIBIR UN POEMA DE AMOR
No sé como comenzarlo, es difícil
escribir un poema de amor con la frente marchita,
cuando las nieves del tiempo platearon mi sien,
cuando se anuncia la noche más que el día,
cuando las hormigas emprenden el camino de la retirada,
cuando el sol declina bajo un mar de aguas frías ¡y tan frías!
quisiera de todos modos escribir un poema de amor
y aunque mis fuerzas solo llegan hasta la puerta de tu casa
lo escribiré y te diré que cuando apareciste fui manzana y manzanero y comencé a ver el otro lado de la luna, y te diré que el cambio climático ha traído un témpano a mi alma, y te diré que la vida es un misterio, y que el amor no se apaga con una saliva en la vela.
Hoy quería escribir un poema de amor.
Y salió solo esto. Un pájaro negro volando a través de la noche.
CUANDO
Quisiera ser un insecto sediento y triste
Bajo la condición de que tú seas verde planta
Y así absorver tu savia gota a gota,
y darte los más jugosos alimentos
O comenzar a renacer en el mundo,
tal como era, antes de que llegáramos
cuando una vez fuiste primavera y otoño
sin que yo te llamara, ni nadie te escuchara
sin verano de por medio. Pero con mucho entremedio
aún siendo lo que eres, mi cuando, desde ahora, cuando eres, mi cuando, cuando has llegado a ser, por tu libre decisión, mi cuando
cuando tú supiste responder, justo a tiempo:
Yo te reconocería entre miles de plantas.
Igual como tú me reconociste entre miles de insectos
la vida y causa absoluta, total y final, la más deseada
la más adecuada
A todos mis inviernos
UNA SOLA PALABRA
Díme una sola palabra
y la convertiré en poema,
una sola palabra basta,
desde ahí nacerá un tiempo,
un libro, una oreja y un ojo
y haré con ella una vida, no importa
que la saques del tarro de la basura
o del subterráneo de tu casa,
o del agua de tu enagua, tu palabra
y haré con ella una reina sin corona,
o una corona sin reina, eso haré
o una abeja, o un gato o una piedra.
Díme una palabra aunque sea sin amor
Así no moriré de frío. En esta fría mañana.
TODO EL AMOR DEL MUNDO
Asesinó a cientos, la guerra era su placer sensual.
A muchos los mató por la espalda.
A algunos los acuchilló mientras dormían.
No distinguió entre niños, ancianos, mujeres.
De regreso a la choza encendió la fogata.
Mientras masticaba la carne seca de un caballo,
un perro sarnoso se acercó: gimiendo.
El escupió un trozo de carne sobre la tierra.
El perro lo devoró; y luego se quedó ahí,
parado
en sus cuatro patas
mirándolo.
En los ojos del perro brillaba todo el amor del mundo.