Fernando Mires - SU SOMBRA SIEMPRE HA ESTADO JUNTO A MÍ



Osvaldo Monsalve, El Silencio de un hijo de Charleville

LA PELEA

Hasta el último instante,

cuando ya no tenga

aire ni brío

ni siquiera un lino frío

cuando sea 

polvo sobre polvo

cuando nadie me llame

y hasta que el segundo

del suspiro eterno

me envíe al otro lado

voy a dar la pelea


La voy a dar

aunque

me quiten

la libertad

de opinión

de reunión

y de prensa


Pero no permitiré

me arranquen

el derecho

a ser piedra

pan, volantín o noche


Voy a dar la pelea

hasta que no sea

nadie, y después

de dar la pelea

nunca  jamás

volveré al mundo

para llegar a ser 

lo que soy. O fui


De modo que sepan

los canallas 

Cuando ya

no tenga

fuerzas,

ni voz,

ni deseos,

ni siquiera

una gota

de amor,

con la cara

partida

en dos,

seguiré

dando la pelea.


COMO UNA TONTA EN LA CALLE

La poesía  es doble,

 o triple.

Nació del amor

y por eso mismo surcó al odio,

embistió en contra de lo malo

 y a veces  -tan humana era– en contra de lo bueno

tomó partido

y se hizo hembra y macha a la vez.


Los poetas entendieron que había tiempos.

Los tiempos del mar

Los tiempos de las rosas

Los tiempos de los cuchillos

Los tiempos de las sandías caladas

Los tiempos de los susurros

Los tiempos de las malvas

y los tiempos de las vulvas


Y en medio de todos esos tiempos

la poesía gritaba en la calle. Gritaba

Como si fuera una  tonta en la calle.


COPLA NÚMERO 2

(A La Madonna de Edvard Munch)

Suma carcaja mía, pura bulla

Bledo non pase la tuya

Te videron cien miles, kaluya

Y tu burbuja, bruja, milviles, fue tuya


Solipanes vieron nacer al yermo

Y lento cauce del sauce, mermo

Ojalá, dijistes tú, patujá, trabalá.

El ventoso suma y sigue, lalalá


Pluriadas broncas y esmirriadas

Abriles, marzos e invernos

Sumandas todas los cuellos tersos

Y allá las trujas, mirientes y cerradas


Turima, marinda tan linda

Sokoma y tuya e sempre puninda

Me quise sumar tu obligo, digo

Y fuiste mida desde el coco al ombligo

No hay tarde que no se le pare

Terreno bávulo, homario y lare

Temblendo ogro, nació la aurora

Dejémoslo así, cada tzuntio a su hora

Cuando muncia caiga la tarde

No habrá solo un perro que me ladre.

Ay ¿qué dolor costará tanta vida, madre?

Madre ladre, ladre madre, ay ya es tarde

Y lo que debería haber sucedido, nunca sucedió.



DÍGANLE

Por si acaso ella pregunta por mí,

díganle que yo no estoy, díganle que yo me fui,

a un lugar cerca de los espinos, lejos del río,

más cerca del mar, dígale que yo no he sido

 y que la sangre en el cuchillo nunca fue la mía.


Díganle que la tierra sigue siendo redonda

que dos más dos no son cuatro sino dos

y medio o cuatro antes de un cuarto,

y díganle que no por madrugar los pájaros

piarán antes de haber regresado


Díganle además que los perros no ladran por mí

y que yacer bajo la tierra no ensucia a nadie.

Y no por último, díganle que me iré tranquilo, en paz

a desayunar con los cipreses, a beber el vino rojo 

y a mirar sin mis anteojos el agua verde del mar.


Al fin y al cabo, 

su sombra 

siempre ha estado junto a mí.

Siempre lo ha estado