Fernando Mires - RAZÓN DE LA POESÍA

 

Osvaldo Monsalve, La sombra del Cabo Bear


LOS PÁJAROS DEL INVIERNO

Me gusta ver a los pájaros del Invierno

aunque ellos -seamos sinceros- no son 

del Invierno

Lo que sucede es que el Invierno  

es de ellos

Pero nunca, nunca se han ido 

Siempre han estado aquí, como yo

Esperando


EL RUBICÓN

No sé por qué los hombres  

siempre soñamos con las mujeres

Anoche por ejemplo soñé con 

una de cuyo nombre no quiero

ni acordarme


Iba en bikini y pasó a mi lado 

caminando, 

o mejor dicho,

ostentando

o mejor dicho,

contoneando

¿Hacia dónde vas?

Voy al río Rubicón 


¿No es muy tarde para cruzar el Rubicón?


¿Y quién te ha dicho que voy a cruzar el Rubicón?

Yo solo voy a bañarme en el río Rubicón


Es verdad, para bañarse en el Rubicón 

nunca será demasiado tarde para las mujeres


Hay algo indescifrable en las mujeres

Nunca sabes lo que te van a responder

Debe ser por eso que los hombres

siempre soñamos con las mujeres


LÓGICA DE LA RAZÓN POÉTICA

Como último recurso, cuando la inteligibilidad ha perdido su potencia, cuando después de la nieve asoma una mano desde el fondo de la tierra, cuando uno no termina de asombrarse de la locura humana, recurro a la razón de la poesía.

Recurro a la razón de la poesía para explicarme el vuelo de las aves ciegas, la sapiencia de las almas en pena, las estructuras de los días y la forma como se encoge el vestido en la cintura de una mujer madura cuando muerta de miedo mira el calendario.

Y piensa en los amores que perdió por no haber leído a tiempo mi poesía

La que tiene en sus manos; la que tiembla.

Y yo digo: amiga, sigue el hilo de los vientos y también el curso de las aguas


Por eso, cuando la noche llega y la luna se acaba y el vino toca su borde final y la radio se apaga, quiero decir: cuando llega la hora de los murciélagos y el velo se separa de las tinieblas, ahí justo nace la poesía, surge la poesía, recurro a la poesía, amo a la poesía y yo mismo soy, de pronto, casi sin darme cuenta, la poesía.


Y en un lugar del tiempo, con plena autoridad, una voz me llama. No es la voz de la poesía. Pero sin el uso de la lógica de la razón poética, nunca la habría podido escuchar.