En numerosas ocasiones he leído, en la cadena de chismes, calumnias e insultos que pudre las redes sociales nicaragüenses, comentarios como “Roberto Samcam es un infiltrado”, sencillamente para descalificar, a conveniencia de quien lo dice, cualquier afirmación del Sr. Samcam. Debo aclarar que no tengo el gusto de conocer en persona a este compatriota, aunque sí he hablado con él un par de veces, una de ellas en público. Tengo por regla no dejarme guiar por afirmaciones como la que cito sobre él. A un lector sensato no tengo que explicarle por qué. Pero añado: no tengo ningún motivo para dudar de la autenticidad de su oposición al régimen hoy comandado por Daniel Ortega y Rosario Murillo. Tampoco puedo saber cuáles sean los motivos políticos, ideológicos o materiales (esto no es cuestionar su integridad, porque muchos intereses materiales son legítimos) que tenga el Sr. Samcam para oponerse a Daniel Ortega y Rosario Murillo. Esto no quiere decir que esté de acuerdo o no; que los considere, de acuerdo con mis propios valores, aceptables o rechazables. Sencillamente quiere decir lo que dice: no sé. No sé, por ejemplo, si el Sr. Samcam es un demócrata o no. Porque, aprovecho para volver al tema que debe ser nuestro tema (siempre y en cada momento y en cada acción debe ser nuestro tema), una cosa es oponerse a Daniel Ortega y Rosario Murillo y otra es ser demócrata. SEGUIR LEYENDO>>