EL HILO
Ese hilo delgado, finísimo que ata
a cada uno de nosotros con la eternidad
suele cortarse al menor paso en falso
y así caemos en la sequedad de la tierra
salada, sin cielo, sin una sola niebla
solos, frente a los designios de la pura nada.
A veces no sabemos si el hilo se ha roto
de verdad, o quizás solo se ha vuelto invisible,
y por eso terminamos por buscarlo
en cementerios, en bacinicas, en hospitales,
en obscenas iglesias, y hasta en amores
tan helados de pronto, como pétalos de invierno.
Puede ser también que ese hilo no exista.
Puede ser que debemos tejerlo con miedos,
con insomnios, con penas, con pastillas.
O puede ser que ese hilo sea solo un pretexto
para dar sentido a esa vida leve que cuelga
entre lo que creemos que somos
y lo que nunca sabremos que somos.
02.02.2024