Rogel Alper - LA REVOLUCIÓN DEL 7 DE OCTUBRE


Haaretz, Rogel Alper: 1 de enero de 2024


La frontera de la Franja de Gaza, ayer. Guerra y unidad nacional son lo mismo. Sin ellos el país estará perdido. Por eso la necesidad de la guerra es constante - Foto: MENAHEM KAHANA – AFP

Traducción, Oded Balaban balaban@research.haifa.ac.il

El golpe de Estado de Netanyahu cambió de rostro, pero no desapareció. La idea de que ya no existe, de que es historia, es fruto de una ceguera peligrosa. También lo es la idea de que será necesario volver a abordarlo después de la guerra. No. El golpe sigue estando aquí Es más correcto decir que nunca se fue a ninguna parte. Está sucediendo ahora mismo.

Cabe señalar que en la sociedad israelí existe unanimidad en que el 7 de octubre se destruyó en Israel el viejo orden y se estableció uno nuevo: una nueva manera, nuevos principios. Lo que fue ya no será. Éste es el sentido de las críticas que a menudo se lanzan a varios factores políticos porque aún no han interiorizado el cambio, o tal vez sería más exacto decir la “reforma”, tras el 7 de octubre. Los factores políticos implicados, se culpan mutuamente por no haber aprendido las lecciones, pero no hay duda de que la historia israelí debe dividirse en un antes y un después de la masacre, y que el 7 de octubre es el día de la revolución, el día que borra todo lo que sucedió antes. La pregunta es qué tipo de revolución tuvo lugar exactamente aquél sábado en que Hamás llevó a cabo la masacre, cuál es su naturaleza, qué tipo de nuevo orden pretende crear, cuál es su visión.

Bueno, la revolución del 7 de octubre es aparentemente —pero sólo aparentemente— reaccionaria en esencia, es aparentemente una contrarrevolución al golpe de estado. Aparentemente es la antítesis de la ruptura y división que fomentaron los defensores del golpe de Estado y de la protesta generalizada contra él, de la guerra civil de valores enfrentados entre el campo de la democracia y el campo de la dictadura, entre los liberales y los “bibistas”, los defensores de Netanyahu. Porque la visión de los partidarios de la dictadura es la unidad a cualquier precio, como valor supremo, existencial y conceptual, un orden de sobrevivencia, una necesidad nacional en el contexto de la amenaza de aniquilación.

Pero una condición necesaria para la existencia de esta unidad es la guerra. La guerra requiere unidad y es esencial para la unidad. Sin ella, estallará la guerra civil, y la visión de la revolución del 7 de octubre afirma que sin esta unidad, Israel será derrotado por sus enemigos. De ahí que en realidad guerra y unidad son lo mismo. Sin ellos el país estará perdido. Por tanto, la necesidad de la guerra es permanente. Una sociedad movilizada para la guerra eterna es una sociedad unida y fuerte: ésta es la visión. La visión es que viviremos para siempre con espada en mano. Porque empuñar la espada nos hace fuertes y unidos.

La guerra es eterna y su horizonte es ilimitado: en Gaza, Cisjordania, Líbano, Yemen, Irán. Naturalmente, el estado de guerra como norma, el estado de emergencia como rutina, es lo que debilita los mecanismos democráticos. No es momento de elecciones ni de criticar al gobierno y a su líder. La guerra también debilita los valores liberales y humanos. Este no es el momento de los derechos humanos. Este es el momento del nacionalismo extremo, de la crueldad brutal.

La unidad es una fina cobertura para el fortalecimiento de la hegemonía de los valores del régimen golpista: racismo y supremacía judía, anexión de Cisjordania, renuncia a un modo de vida liberal occidental, profundización del sentimiento religioso, traición a los principios de la Declaración de Independencia, la asimilación ideológica al espacio antidemocrático, teológico y fascista dominante en el Oriente Medio. El orden del Génesis se está transformando. Por eso Netanyahu coquetea con el nombre “Bereshit” para la guerra. Es un reinicio del país bajo los principios del golpe de Yariv Levin; Los mismos combatientes exigen la unidad como una deuda moral para con los caídos, tal como lo dicta el santo duelo.

Muchos se preguntan: ¿adónde fue a parar la líder de la protesta que surgió durante la guerra, Shikma Bressler? 1 La respuesta es que Bressler ha dejado de ser legítima. La unidad nacional se compró al precio de su silencio y del silencio de todo lo que ella representa. Es el precio de una dictadura idéica.


1 Durante el confinamiento en la primera ola del virus Corona, Yuli Edelstein decidió no convocar el pleno del parlamento después de las elecciones para elegir al presidente de la Knesset. La familia de Shakma Schwarzman Bresler, como muchas otras, se indignó por el hecho, y ella Schwarzman Bresler, profesor de física molecular, cuyo equipo trabaja en el acelerador de partículas CERN de Ginebra, organizó en poco tiempo, junto con su hermano Eyal, un convoy de coches en el que podían sentarse dos personas juntas según las leyes impuestas ante la pandemia, decorados con banderas negras. En los
mensajes de WhatsApp pasados ​​de dispositivo móvil a dispositivo móvil, se organizaron
espontáneamente, en pocas horas, cientos de coches con banderas que se dirigieron a la Knesset en Jerusalén. En el camino, en la carretera número 1, la policía los detuvo y repartió multas draconianas, pero hubo suficientes habitantes de Jerusalén y otras personas que lograron pasar y comenzar a protestar. Luego continuó liderando las manifestaciones en defensa de la democracia.