Quiere ser en contra
de lo que no es, aparecer
donde no la han llamado
e irrumpir en las noches
y en las blancuras, contrariando
la lógica terminante de la nieve:
esta tristeza que desde
sus bajo ceros, nos acosa.
Puede también ser un milagro
anunciando con su sangre,
que ni los hielos ni las nadas
gozan de poder en este mundo
para evitar nacer en el invierno
El amor, sí, el amor
que es a la vida, no quiere morir.
O tal vez, simplemente, se equivocó
de tiempo, y de lugar,
siguiendo el impulso
o goce, o deseo, o amor
de su
pasión vegetal
(y en cierto modo tan humana)
Nacida más allá de las leyes,
desde el botón de su rosa,
roja de puro invierno
insolente y aún sin espinas
reclama hoy frente a la muerte
de donde nadie es y ha sido,
y a la vez todos somos,
su inapelable derecho a ser.