José Ignacio Torreblanca - ISRAEL ENTIENDE QUE TIENE QUE GANAR LAS GUERRAS ANTES DE HACER LAS PACES

Sábado 7 de octubre. En pleno Sabbat, día festivo sagrado para los judíos, el grupo terrorista Hamás atacó Israel por sorpresa lanzando cohetes sobre distintas ciudades y penetrando por tierra en suelo israelí. Los objetivos no eran solo militares, sino también civiles, como se vio en la masacre del festival de música cercano al kibutz Reim, próximo a la frontera con Gaza. Ahí abrieron fuego contra los asistentes: mataron a más de 260 personas y tomaron otras tantas como rehenes. Horas más tarde, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaraba «estamos en guerra» y anunciaba represalias inmediatas. En cambio, contrario a lo que muchos observadores e incluso la opinión pública pensaban, el ataque terrestre tardó varias semanas en llegar.

Entre medias, se produjeron ataques contra Gaza. Uno de ellos alcanzó el hospital Al Ahli, al norte de la frontera de la Franja, y causó alrededor de 500 víctimas mortales, según las autoridades gazatíes. Las primeras voces se alzaron acusando a Israel, pero las autoridades israelíes afirmaron que ese ataque fue obra de la Yihad Islámica (versión que respaldó el presidente estadounidense Joe Biden). Nada está claro. Tampoco el número de muertos en un bando (las autoridades israelíes estiman que Hamás ha acabado con la vida de unas 1.400 personas) ni en otro (el Ministerio de Salud palestino en Ramallah, controlado por Hamás, afirma que ronda las 8.000 personas).


Hablamos con José Ignacio Torreblanca (Madrid, 1968), jefe de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales y consejero editorial de Ethic, para entender las claves de esta guerra de Hamás contra Israel.

La desinformación parece una de las protagonistas de este conflicto, como de tantos otros…

Las dificultades de informar sobre el terreno y de contar los hechos y los datos sobre estas cuestiones (como vivimos con el hospital de Al Ahli), es patente. Nos va a costar mucho saber qué está pasando dentro y cómo se está produciendo. No tenemos cifras de Hamás, de cuantos de sus combatientes han caído, por ejemplo. Ese es un dato muy importante que nos permitiría saber si existe proporcionalidad o qué le está pasando como fuerza de combate (supuestamente, Hamás tiene 30.000 militantes o guerrilleros afiliados en sus organizaciones, muy bien armados). Debemos tener cuidado y mucha prudencia a la hora de interpretar los datos que recibimos, porque son datos de parte y también objeto de disputa, de intervención, de creación de conciencias, de apoyo y de debilitación de apoyos. No debemos dar nada por hecho y detrás de la información tenemos que poner siempre cuál es la fuente o si ha habido verificación independiente. Escondiendo los hechos, aunque no sea desinformación en el sentido de crear campañas, noticias o informaciones falsas y difundirlas, tenemos un elemento propagandístico muy importante; porque se omite una parte de la realidad –los hechos – y con eso se introduce un sesgo. Para las dos partes es importante mantener el control de qué lectura se hace de los hechos y qué es lo que está ocurriendo sobre el terreno.

¿Cómo altera la crisis de Gaza el tablero internacional?

Profundamente. Teníamos ya un conflicto entre Ucrania y Rusia que estaba generando muchas tensiones en varios ejes (entre China y Estados Unidos, entre Europa, entre Occidente y el llamado sur global) y esto ahonda aún más esas fracturas que habíamos visto aflorar con Ucrania.

Últimamente habíamos visto un acercamiento entre Estados Unidos y Arabia Saudí, en un esfuerzo de la administración Biden por establecer relaciones con el reino wahabí, acercarlo a Israel y afianzar la presencia estadounidense en la zona. ¿Cómo afecta este conflicto a esa aproximación?

Ese era uno de los objetivos principales de Hamás con este ataque. Cada vez que hay un proceso de paz o de distensión, hay actores que quieren sabotearlo y este ha sido un caso claro. Tengamos en cuenta que Hamás nace para reventar los Acuerdos de Oslo [en 1993 entre Isaac Rabin, Yaseer Arafat y Bill Clinton]; es decir, su objetivo no es la solución de los dos Estados, sino la aniquilación del Estado de Israel. Ahora, en un momento en el que Estados Unidos estaba a punto de cerrar un acuerdo muy importante con Arabia Saudí, –tras los Acuerdos de Abraham [en 2020 entre Emiratos Árabes Unidos, Barein, Sudán, Marruecos e Israel, mediado por la administración Trump], Arabia Saudí era el país que iba a llevar a cimentar la presencia estadounidense– Hamás ha llevado a cabo este ataque, cuya brutalidad está diseñada para provocar este tipo de respuesta: no solo en un plano militar, sino total y colectivo. Y como siempre, el daño colateral [recae] sobre los palestinos.

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