José Joaquín Brunner - FRENTE AMPLIO, RENUNCIAR A LA ESPERANZA




Hace rato que se ha vuelto evidente, tanto en Chile (ver aquí y aquí) como a nivel internacional, que las izquierdas han sido severamente sacudidas, fragmentadas, puestas a la defensiva y empiezan a quedar a la zaga de la historia, cuando todavía ayer se proclamaban -y eran vistas como- fuerzas de vanguardia.

Efectivamente, desde el colapso de la URSS, la gran revolución capitalista china iniciada por Deng Xiaoping, la transformación (capitalista igualmente) de Europa Central y del Este, y del hecho que, según un reciente informe, sólo uno de los 27 países de la Unión Europea puede calificarse hoy como de izquierda (España) y otros cuatro como de centroizquierda (Alemania, Eslovenia, Malta y Portugal), todo lleva a pensar que ese mundo de pensamiento, ideologías y representación político-cultural de izquierdas viene desmoronándose, pierde sus referentes históricos y carece (hasta ahora) de propuestas con posibilidad de alcanzar vigencia de cara al futuro.

A la par, los gobiernos que en América Latina se proclaman a sí mismos de izquierdas se distribuyen entre regímenes autocráticos-populistas impresentables (Cuba, Nicaragua, Venezuela), de centroizquierda estatista tradicional (Argentina, Brasil, México) o de las (autodenominadas) nuevas izquierdas (Bolivia, Chile, Colombia, Honduras y República Dominicana). Estos últimos, que podía esperarse fuesen portadores de futuro, sin embargo experimentan serias dificultades de gobernabilidad, sin haber podido constituirse (hasta ahora) en auténticas alternativas, con capacidad de ofrecer proyectos viables de desarrollo para sus respectivos países.

Más allá de estas agrupaciones y sus etiquetas, siempre fluidas y cambiantes, el hecho es que nos encontramos actualmente en la región con “un tipo de izquierda casi por cada país y en cada gobierno”, según comentaba el diario El País en marzo pasado. Aquí nos interesa estudiar el tipo chileno de nueva izquierda, su auge y caída.     SEGUIR LEYENDO>>