Fernando Mires - PARA QUE NADIE DIGA DESPUÉS, "YO NO LO SABÍA".

 


Miles, quizás millones de ciudadanos alemanes, dijeron -después que fuera revelada la realidad de los campos de exterminio nazi- "yo no lo sabía". La verdad, no querían saberlo y por eso decidieron no saberlo. Decían no saberlo, aunque Hitler ya había escrito en Mein Kampf  acerca de la necesidad de eliminar a "la raza judía". Las deportaciones funcionaban a plena luz del día. Los vecinos judíos desaparecían uno tras otro. En las estaciones de las ciudades alemanas, todos podían ver los trenes atestados de judíos en dirección al infierno. "No lo sabíamos" es, o ha llegado a ser, la muletilla de la colaboración con la infamia. En un nivel más bajo, la pude conocer de cerca entre muchos de mis compatriotas chilenos que aplaudieron a la dictadura de Pinochet. Después que fueron revelados los crímenes de la dictadura, no pocos decían "no lo sabía", a pesar de que casi no había familia chilena que no hubiera tenido un pariente asesinado, torturado, desaparecido.

Con toda seguridad, cuando se imponga la verdad (y la verdad siempre se impone porque la verdad no es más que un sinónimo de la realidad) los que hoy defienden a, y callan sobre, Putin, nos dirán: "No lo sabíamos" "Si hubiéramos sabido del genocidio cometido a los ucranianos nos habríamos opuesto".

Dirán "no lo sabíamos" después de haber incluso leído un largo artículo titulado  "Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos" , escrito por Putin un año antes de la invasión a Ucrania, en donde postulaba la no existencia de la nación ucraniana debido a "lazos de sangre"  que la unían con Rusia. Dirán "no lo sabíamos" cuándo todos los medios mostraban la llegada a las ciudades rusas de cientos de niños ucranianos, robados a sus padres, destinados a ser rusificados. Y sobre todo, dirán "no lo sabíamos" después de haber leído el texto del hombre de más confianza de Putin, nada menos que un ex presidente de Rusia, en donde defiende sin tapujos la necesidad de hacer desaparecer a Ucrania. ¿Les vamos a creer a los que hoy aplauden y callan sobre Putin cuando nos digan "no lo sabíamos? 

No. No les creeremos. Lo sabían y lo saben, dentro y fuera de Rusia. Pero por las razones que sea (cobardía, acomodo, oportunismo, ideología) lo callaron e hicieron (y hacen) como que no lo saben.  Como también lo sabían quienes hoy se esfuerzan en hacer aparecer al genocidio ruso (Bucha es solo una ciudad entre muchas) como una consecuencia de "la expansión de la OTAN". Como lo sabían quienes teniendo medios periodísticos y literarios a disposición no gastaron una sola línea para denunciar el genocidio cometido por Putin y los suyos en Ucrania. 

Lo sabían y lo saben. El mismo Dmitry Mevdevev los desenmascara con un oprobioso texto que ya circula por todas las redes. Cuando llegue el momento de confrontarlos con la realidad, no podrán decirnos que no supieron que Mevdevev, el otro yo de Putin, no lo había anunciado. Ni siquiera Goebbels fue tan sincero en sus propósitos genocidas como lo es hoy Mevdevev, el expresidente de Rusia, hoy presidente del partido-estado Rusia Unida, y subsecretario de seguridad, el aparato de más directo acceso a la dictadura,

Por eso, y para que no quepan dudas, es decir, para contribuir a impedir que después de esto, todavía pueda aparecer alguien que diga, "no lo sabíamos", publicamos completo el texto de Mevdevev donde llama a hacer desaparecer a la nación ucraniana. Leélo a continuación, para que después no nos digas: "Yo no lo sabía". 

Dmitry Mevdevev

¿POR QUÉ DESAPARECERÁ UCRANIA? PORQUE NADIE LA NECESITA

1. Europa no necesita a Ucrania. El apoyo forzado del régimen nazi, por orden del mentor estadounidense, ha llevado a los europeos a un infierno financiero y político. Todo por el bien de la "baja Ucrania" (sic)  de bandera, que incluso los polacos snobs e insolentes no toman como un país válido, y una y otra vez arrojan el tema de sus áreas occidentales de anexión. Hay una buena perspectiva por delante: poner permanentemente los parásitos chupadores de sangre neo-ucranianos en el decrépito cuello lisiado por la artritis de la UE. Esa será la caída final de Europa, una vez majestuosa, pero usurpada por la degeneración.

2. Estados Unidos no necesita a Ucrania. Cierto, las campañas militares y de sanción son intentos de relaciones públicas para parlanchines políticos que hace tiempo atestiguaron su impotencia e imbecilidad. Los estadounidenses promedio no entienden qué es "Ucrania" y dónde está "eso". La mayoría de ellos no mostrarán este "poder" en el mapa en la primera toma. ¿Por qué el establecimiento de los EE. UU. no se centrará en la inflación y los problemas laborales, o las emergencias en sus estados de origen, en lugar de un país 404, sin que ellos lo sepan? ¿Por qué tanta masa cruza el océano?

Tarde o temprano, lo pedirán. Entonces, el asalto al Capitolio en enero de 2021 parecería un juego de exploradores.

3. África y América Latina no necesitan a Ucrania. Los cientos de millones gastados por EE. UU. en peleas sin sentido en Ucrania podrían financiar muchos programas de desarrollo para los estados latinoamericanos y africanos.

América Latina es el patio trasero de los gringos, eso es lo que han estado frotando durante décadas. África tuvo su parte de sufrimiento por el genocidio y la dependencia colonial impuesta por los antiguos traficantes de esclavos occidentales. Es por eso que la gente de las chozas africanas y las favelas latinoamericanas hace una pregunta muy razonable: por su sufrimiento anterior y su lealtad actual, ¿por qué alguien más es recompensado, muy, muy lejos?

4. Asia no necesita a Ucrania. Con el ejemplo de Rusia, ven tecnologías de "color" en funcionamiento para erradicar a las mayores potencias competidoras. Entienden qué escenario tiene para ellos el colectivo occidental liderado por Estados Unidos si desobedecen. “Ayúdennos a vencer a Rusia, y pronto vendremos a ustedes”, les dicen los líderes occidentales completamente descarados. Países tan gigantescos como India, China y otros estados de Asia-Pacífico enfrentan el desafío bastante grande de la recuperación económica pospandémica, dejando de lado a los payasos drogados, con sus lloriqueos de ayuda.

“No nos interesan ustedes”, les dice Asia a sus mensajeros, respondiendo a los llamados para apoyar a Ucrania y confinar a Rusia. El país, geopolíticamente muchas veces más cercano a las potencias asiáticas, el que históricamente ha demostrado ser un socio estratégico confiable. ¿Los gigantes asiáticos necesitan ese dolor de cabeza proveniente de los antiguos colonizadores?

5. Rusia no necesita a Ucrania. Una colcha raída, rota, peluda y grasienta. La nueva Malorossiya de 1991 se compone de territorios cortados artificialmente, muchos de los cuales son nativos rusos, separados por accidente en el siglo XX. Millones de nuestros compatriotas viven allí, acosados durante años por el régimen nazi de Kiev. Son ellos a quienes defendemos en nuestra operación militar especial, erradicando implacablemente al enemigo. No necesitamos a la baja Ucrania. Necesitamos a la Gran Gran Rusia.

6. Finalmente, sus propios ciudadanos no necesitan la Ucrania encabezada por los nazis. Es por eso que de 45 millones de personas solo quedan unos 20 millones. Es por eso que los que se quedaron quieren irse a cualquier lugar: la odiada Polonia, la UE, la OTAN, para ser el estado número 51 de América. Unirse a la Antártida con sus pinguinos también estará bien. Mientras sea tranquilo y la comida sea buena. Las ambiciones criminales de la junta gobernante obligaron a los ucranianos a mendigar y vagar por los países y continentes en busca de una vida mejor. Todo eso es para una oscura perspectiva europea. O más bien, dejar que el arlequín con un tricot caqui y su banda de payasos nazis ladrones depositen el dinero robado de Occidente en sus cuentas en el extranjero. ¿Los ucranianos comunes necesitarían eso?

Nadie en este planeta necesita una Ucrania así. Por eso desaparecerá