Hay horas de hacer las paces,
hay horas de hacer las guerras,
ahora quisiera hacer una paz contigo,
me gustaría tanto que me moldearas
el alma y que me enmundaras el rostro,
que me sacaras una sonrisa de la piedra
que me mostraras el índice del corazón
y la nube negra que blanqueó a la nada.
Al fin, hay horas de hacer las paces
y quiero que me regales un perdón,
un perdón tibio y compasivo, un perdón-gorrión,
porque no fui yo, fueron las calles y sus perros
los que me trajeron hasta tu puerta
y la caminata fue larga como un río de barro.
Pero traigo conmigo vidas de otras vidas,
y en cada mano una fruta sin espinas.
Es la hora, amiga mía, de sentarnos bajo el sol
es la hora de hacer las paces bajo el sol.