Susana Seleme Antelo - VIOLENCIA ESTATAL CONTRA SANTA CRUZ Y SU GENTE

 


“Desde que el humano es humano, la vida ha girado en ciclos de violencia; nos hemos dedicado, con gran esmero, a gestar diversos escenarios de destrucción, al punto de normalizar las heridas en nuestro cuerpo humano y cuerpo Estado, al punto de no querer lamerlas más porque sabemos que sobre ellas mismas pronto caerá otra bala, otra herida se abrirá.”   Claudia Vaca. Brevísima genealogía de la violencia.

En la lucha por el territorio, población y poder para consolidar su proyecto de dominación autocrático, populista y dictatorial, el Movimiento al Socialismo (MAS) usa la violencia, el grito, otra vez, de “ahora sí guerra civil”, como herramienta política contra Santa Cruz y su gente, que se defienden con valentía y pacíficamente frente al poder centralista y concentrador, antes y siempre. 

La lucha por censo 2023 se puede resumir en democracia contra dictadura de la cual Santa Cruz es víctima, en una sociedad dividida por resentimientos étnicos y de clase azuzados por el régimen de Luis Arce, que pone la democracia tan miserablemente disminuida, en peligro cada vez mayor. Sin embargo, victimas también serán las regiones de la ‘Bolivia que se vacía’, la rural, que seguirá engrosando la periferia urbana, si se posterga la radiografía de su población, sin que el centralismo la tenga en cuenta. 

A 13 días del paro indefinido, asumido por el Comité Cívico pro Santa Cruz, y un Comité Impulsor por censo 2023, mandato de un Cabildo como democracia directa y representativa de la sociedad civil, apenas se empieza a sentir el apoyo de otros departamentos, autoridades y representantes políticos. Empezó sola, solita, pero atañe a toda la sociedad boliviana 

El diálogo entre ese Comité y funcionarios del Estado, es un escenario donde prima la desconfianza hacia el régimen: se dice presto a negociar, pero aplica terrorismo de Estado con sus fuerzas de choque, policía incluida, en las nieblas de sus mentiras sistemáticas. 

El periodista Carlos Valverde ha dicho que lo que hacen el régimen de Arce Catacora y el MAS contra Santa Cruz, es lo mismo que hacen en Cuba, Nicaragua y Venezuela: dictaduras que reprimen y matan por pedir lo que en derecho les corresponde: democracia, justicia y libertad.  Tiene razón, es el mismo proyecto político de poder: la dominación total de la sociedad a sangre y fuego.  En Bolivia se desecha el respeto a las múltiples determinaciones de la realidad, los Derechos Humanos, al pensamiento crítico y la convivencia entre diferentes. De ahí, se tiene a la expresidenta Jeanine Añez con 10 años de arbitraria condena y 140 personas presas, civiles, militares y policías de su gestión.  

Santa Cruz y su gente son las víctimas visibles de la violencia estatal, a quienes el régimen ha declarado la guerra con un cerco criminal, sus aguerridos militantes, la propia policía convertida en ‘masas de acoso” que persigue, gasifica, ataca, golpea, hiere a periodista y apresa civiles.  

La “insubordinación fundante” como define Marcelo Gullo el proceso por el cual las naciones alcanzan un “umbral de poder”, en nuestro caso la región, es lo que explica que Santa Cruz lograra convertirse en actor de su propio desarrollo y progreso, después de ser pobre de solemnidad. Hoy, luego de 6O año, es el departamento más poblado del país, su motor económico y otorga seguridad alimentaria a 70% de la población, gracias a su economía liberal capitalista. Aquí se genera excedente que atrae como un imán, incluye un ethos solidario/cooperativo y un pensamiento proclive al federalismo y la autodeterminación, nunca separatistas, que centralismo rechaza.

 Santa Cruz se defiende hoy del cerco que corta el suministro de energía y pretende matar de hambre a quienes son nacidos en este suelo y a cerca de más 1 millón 300 mil personas de otros departamentos que encontraron aquí su lugar en este país pluri y multi, mientras el régimen que se niega a saber cuántos somos, dónde vivimos y en qué condiciones vivimos para atender sus múltiples necesidades. 

Y el censo se convierte -una vez más, como cuando el siempre cocalero Morales eliminó la categoría mestiza en 2012- en una herramienta ideológica, política y de dominación, en lugar de ser una herramienta para la planificación del desarrollo; para la inversión y gestión públicas; la creación de empleo, atención oportuna y eficiente a las necesidades cada vez más creciente de la sociedad boliviana, tanto en regiones expulsoras de habitantes, como en las de recepción de la migración campo-ciudad. 

Santa Cruz pide CENSO 2023 que demanda redistribución del ingreso con Pacto Fiscal, y representación política de acuerdo a un ciudadano un voto, que requiere un nuevo Padrón Electoral, para que invención ‘originario-indígena-campesino’ termine de naufragar por su propia inconsistencia, debido a la irrefrenable migración rural por su pobreza irredenta. Ese era el universo en el que el MAS, con Morales candidato, ganaba siempre, con trampas ya conocidas: voto comunitario y un padrón electoral inflado para que nunca perdiera una elección. Hoy, como tendencia general en el mundo, mas 68% de la población boliviana vive en centros urbanos. 

El censo 2022, a 10 años del anterior, debía realizarse el 16 de noviembre de este año, según aseveró el propio presidente. Luego se desdijo y lo retrasó 2 años, hasta 2024, año prelectoral, previo a 2025, segundo centenario de la independencia de la corona española.  No nos liberó de otras taras. 

Como escribe la doctora Claudia Vaca, “ojalá un día la guerra sea extemporánea y no tenga sentido leer ni escribir estas líneas de sangre y muerte”.