Fernando Yurman - ENSAYO FORENSE SOBRE DOS BITÁCORAS

  



Al mismo tiempo que, casi al doblar el siglo, fue presentado el alarmante “final de los grandes relatos”, hubo poda del follaje retorico, florecieron prefijos y sufijos (“pre”, “post”,  “trans”, “proto”, “neo”, “multi” ….”), tonificaron raíces y se expidieron nuevas narraciones. Eran más directas, breves, escenográficas y mezcladas, tejían video clips y Twitter, los estallidos digitales y las “fakenews”, y proclamaban la persistencia balbuceante de la pulsión narrativa.  Hasta el tic tac del reloj puede narrar decía Frank Kermode, hay un Genesis en Tic y un Apocalipsis en Tac. Quizás se procuraban una reducción, como en las ecuaciones matemáticas, o una síntesis como en la música que, según Oscar Wilde, otorga una historia incluso a los que no la tienen.  No era un resultado airoso, pero todavía se relataba. Incluso sin el soplo ideológico, histórico o religioso, el tiempo humano siempre puede respirar en la trama de un relato. Un reloj no es un cuento, ni un calendario una novela, ni el siglo una ideología, pero el relato los traducía, los acompañaba, como una fiel paralela que ni siquiera al final encontraba el punto de fuga. Lo que se agrega a la vertiginosa sintaxis actual, a las inversiones y bucles, a la relatividad del texto y sus dispersos lectores, es que la hipotética realidad a la que aluden también ha cambiado; la paralela ha cedido. Fuera de carril, lo que ocurre es leído sobre el horizonte de sucesos del agujero negro. Nada escapa a esa “gravedad”, metafórica y literal.              SEGUIR LEYENDO>>