Fernando Mires - LOS ARGENTINOS HICIERON SU JUEGO

 


Los argentinos hicieron su juego, el que mejor conocen, el que aprendieron a jugar en los potreros y después estilizaron en la cancha. Una defensa brava de baja altura, pero rapidísima y anticipadora en la que, mirando desde lejos (solo desde lejos) Otimendi hace recordar a Pasarella. Un mediocampo muy técnico, donde de Paul es un half, como venido de los antiguos tiempos, de esos que se paraban en la cancha y gritoneaban todo el partido, aunque siempre pasándola para el lado, al mejor postor, como para tranquilizar el juego. Messi fue el émbolo.

Hoy Messi jugó en tres puestos a la vez. Enganche, creador de medio campo (que bien cuando la pasa largo y en profundidad) y atacante cuando hay espacios. Fernández lo secunda bien hacia arriba. Di María defiende y ataca por la punta y Julian Álvarez da muestras de que se las trae consigo. Parece haber desplazado a Lautaro Martinez, que llegó al equipo con la gloria y la fama que dan los estadios de Italia.

En el primer tiempo la pelota no quería entrar, simplemente no quería porque no quería. Por un momento llegué a pensar que, en contra de lo que opinan mis hermanos del otro lado de la cordillera, Dios no es argentino. De tanto aguar el cántaro, salieron los goles en el segundo. Después los argentinos se dedicaron a jugar bonito. En fin, hicieron su juego, toma para ti, dámela a mí, tiqui tiqui tiquitaca, y de pronto el pase de la muerte para dejar a alguien solo frente al arco.

Messi tiró bien el penal. Pero el arquero polaco atajó lo inatajable. A veces pasan esas cosas raras, porque si no pasaran, el fútbol no sería rey.

Levandovski no jugó. No jugó porque el juego de Levandovski es hacer goles. Y para hacer goles necesita que se la pasen. Pero en Polonia no había nadie que pudiera pasarla.

Y por útimo, una interrogante: Yo no sé como se las arreglaron los argentinos para perder contra Arabia Saudita