Adriana Moran - DESIERTO

 



Era abril de 2018. Escuchaba con atención un programa de radio de esos que ya no están, de esos que han ido desapareciendo junto con las emisoras que los transmitían porque como bien lo dijimos, las condiciones no podían, en todos estos años del chavismo mandando solo, sino empeorar.

Entrevistaban a un psicólogo social al que admiraba mucho y a quien no voy a mencionar porque aunque sus cualidades personales seguramente permanecen intactas decidió lanzarse por el despeñadero de la política al dirigir eso que llamaban frente amplio y que tuvo de todo, principalmente errores, pero que amplio, definitivamente nunca fue.

Le preguntan a este responsable de la plataforma que sustentaba la política abstencionista cuáles eran los planes del movimiento que dirigía una vez cumplida la abstención a la que llamaban con furia y consumado por supuesto el triunfo de Maduro en el mayo que seguía. Y entonces aquel profesor al que yo admiraba tanto, al que había leído y seguido por tantos años y frente a una de las coyunturas más determinantes que iba a marcar lo que podía ser uno de los períodos mas difíciles de nuestra historia contemporánea como de hecho lo ha sido, solo respondió “las estrategias no se revelan".

Y en ese momento supe que estábamos perdidos. Que a pesar de las fotos grupales y del esfuerzo por mostrar reuniones y participación política, detrás de todo aquel parapeto no había nada. Era un cascarón vacío porque nuestra dirigencia había sido lo suficientemente mezquina para no ponerse de acuerdo en un candidato y ante eso, y a pesar de haber estado pidiendo anticipo de elecciones en las calles el año anterior, le iban a entregar mansamente y sin pelear el poder a Maduro porque “si no soy yo que no sea nadie" y enarbolaban con fingida convicción la bandera de la falta de condiciones que en realidad siempre tuvo impresa su propia falta de condiciones para ejercer la política.

Recuerdo la insistencia del entrevistador. Su perplejidad. Su reticencia a aceptar que no decían lo que iban a hacer después de abstenerse porque empezaba a sospechar que detrás de esa abstención no había nada. En política si renuncias a la lucha electoral frente a un autoritario ya no mereces llamarte dirigente político. Ya no juegas ningún papel. En discursos más o menos balbuceantes después de consumada la derrota de mayo de 2018 dijeron que se iban a dedicar a buscar condiciones para unas nuevas elecciones. Han pasado más de 4 años y en muchos aspectos las condiciones son peores porque el control del partido de gobierno sobre todos los aspectos de la vida nacional es muchísimo mayor y porque en todo caso ellos ya no representan a esta ciudadanía hastiada de tanto fracaso evitable. Quiero equivocarme, pero no veo nada en este panorama opositor que indique una auténtica rectificación para enderezar ese rumbo perdido y enfrentar al que seguirá mandando. Es un desierto, y lo seguiremos atravesando solos como hasta hoy, hasta donde las fuerzas nos lo permitan y dejando a muchos en el camino.