entre los drones y los misiles de cada día
y la amenaza atómica y un libro abierto
y las noticias minadas que llegan y se van
digo sí al atravesar los infiernos de los humos
de esa vida (vida mía) que brilla y se apaga
cuando intento buscar bajo la luz pálida de una idea
de una pregunta o un pensamiento o algo parecido
a una razón a un destino a una lógica a una lámpara
y explicar los rostros de esa multitud tumbada a balazos
a pocos quilómetros de la puerta de mi casa
allí donde laten las ucranias de los recien nacidos
allí donde las semillas de los palos de rosa no florecen
allí donde la flor de la papa en su propia oscuridad agonizó
enterrada bajo los diminutos átomos de la negra aurora
allí donde apuro un vaso de vino que apenas miro
y me digo que a pesar de todo la vida continuará
sin destino prefijado corriendo su demente ventura
para esconderse y reaparecer entre los muertos
en un ir y venirse que no terminará nunca más
allí somos nosotros
solo los segundos
del fluir de la sangre
en ese cuerpo sin venas
que es el tiempo eterno