Aquí, en el mundo postsoviético, hemos aprendido mucho de vosotros. Después de que nuestra propia tradición marxista sufriera la esclerotización, la degradación y la marginación, leímos los comentarios a El Capital en inglés. Tras el colapso de la Unión Soviética, nos basamos en vuestros análisis de la hegemonía estadounidense, el giro neoliberal en las formas de acumulación de capital y el neoimperialismo occidental. También nos han animado los movimientos sociales occidentales, desde el altermundismo hasta las protestas contra la guerra, desde Occupy hasta Black Lives Matter (BLM).
Sin embargo, la hegemonía estadounidense ha alcanzado sus límites. Estados Unidos ha perdido su capacidad de representar sus intereses como intereses comunes para Rusia y China, no puede imponerlos con el poder militar y su influencia económica se está reduciendo. Rusia ya no reacciona, ni se adapta, ni hace concesiones, sino que ha recuperado la capacidad de acción y es capaz de moldear el mundo a su alrededor. El conjunto de herramientas de Rusia es diferente, no es hegemónico, se basa en la fuerza bruta más que en el poder blando y la economía. Sin embargo, la fuerza bruta es una herramienta poderosa, como todos nosotros hemos aprendido a través del comportamiento de Estados Unidos en América Latina, Irak, Afganistán y en todo el mundo.
Rusia es un agente autónomo, sus acciones están determinadas por sus propias dinámicas internas, y las consecuencias de sus acciones son vastas y dramáticas. Rusia moldea el mundo que la rodea del mismo modo que lo ha hecho Estados Unidos, si bien lo hace con otros medios. La sensación de irrealidad, de que “esto no podría haber ocurrido”, proviene del hecho de que las élites beligerantes rusas son capaces de imponer sus delirios, de transformarlos en hechos sobre el terreno, de hacer que los demás los acepten a pesar de su voluntad. Ya no está sometida ni por Estados Unidos ni por Europa.
Veo cómo la izquierda occidental hace lo que mejor ha hecho: analizar el neoimperialismo estadounidense, la expansión de la OTAN. Ya no es suficiente. No explica el mundo como es en realidad. No se puede describir exhaustivamente el mundo solo a partir de las acciones de EE.UU. para moldearlo, o de las reacciones que esto provoca. Las cosas han adquirido una dinámica propia. Estados Unidos y Europa actúan de manera reactiva en muchos ámbitos.
Por eso me llama la atención que, al hablar de los procesos dramáticos en nuestro rincón del mundo, los reducís a la reacción de su propio gobierno y de las élites empresariales. Lo hemos aprendido todo sobre Estados Unidos y la OTAN, pero este conocimiento ya no es útil. Puede que Estados Unidos haya delineado este juego de mesa, pero ahora otros jugadores mueven las fichas y añaden sus propias reglas. Las explicaciones centradas en Estados Unidos están hoy anticuadas. He leído todo lo que se ha escrito y dicho en la izquierda sobre la escalada del conflicto del año pasado entre EE.UU., Rusia y Ucrania. Ha sido terriblemente desacertado. Mucho peor que muchas explicaciones mainstream. Su poder de predicción fue nulo.
No quiero acusar a la izquierda occidental de etnocentrismo. Pero sí presenta una perspectiva limitada. Solo pido ayuda para comprender la situación en términos teóricos, incorporando al mismo tiempo ideas de nuestro rincón del mundo. Explicar todo por Estados Unidos no nos ayuda en absoluto. También necesitamos un esfuerzo para salir de las ruinas del marxismo oriental y de nuestra colonización por el marxismo occidental. Cometemos errores en este camino, y nos acusáis de nacionalismo, idealismo, provincianismo. Aprended de estos errores: ahora también vosotros sois mucho más provincianos.(CTXT)
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Volodymyr Artiukh es investigador postdoctoral. Su proyecto EMPTINESS analiza el movimiento de inmigrantes ucranianos entre el Donbás, el centro de Ucrania y Bielorrusia.
Traducción de Pablo Stefanoni.