Es verdad que me ha dolido mucho tu partida. Pero siendo honesta, después de tantos años juntos, pensé que sería peor. Siempre supe que tú no me necesitabas. Era yo quien desesperada te buscaba para sentirte en mi boca primero y en mi cabeza después y experimentar ese vértigo que se parecía demasiado a la felicidad cuando estábamos juntos.
Era yo la que quería compartir contigo todas mis alegrías y mis angustias. Mis ratos buenos y malos. Los ratos con y sin amigos. Las noches de estudio o de tragos o de amor. Y las de llanto. Todas las noches.
Me imaginé enloquecida buscándote por los rincones, detrás de cada puerta, debajo de la alfombra y hasta en esas latas viejas que no sabemos para qué guardamos y que nunca abrimos pero que suelen contener tesoros.
Me imaginé atravesando una tormenta. Sola. Sin esa bruma que me cubría, me acariciaba, me envolvía, me protegía, me volvía fuerte. Presentí el naufragio y no encontré nada a qué asirme para no morir ahogada. Y tuve miedo.
Y fue difícil. Fueron noches de insomnio. Despertares tempranos sin sentido porque tú ya no estabas. Y la ansiedad. Ese bichito insistente que te recorre y te dice cosas y te hace sentir mal. Esas ganas locas de salir a la calle a buscarte como poseída por mil demonios.
Y fue también apartarse un poco. Cambiar la rutina para no ver a las mismas personas que veía cuando estábamos juntos, evitar lugares y cosas que hacía contigo para no traerte a mi memoria y extrañarte más.
Y entonces un día el tiempo empezó a jugar a mi favor en lugar de jugarme en contra como siempre desde que te conocí. Y empecé a poder vivir sin ti.
El tiempo se convirtió en mi aliado. Me ayudó a irme desprendiendo de tu recuerdo, de tu olor, de la necesidad de tenerte con cada hora, con cada día que iba pasando.
Aprendí a respirar otro aire, a ver otros paisajes. A descubrir colores vivos que se habían ido apagando sin que me diera cuenta.
Y hoy estoy aquí. Con muchos meses sin ti y aunque todavía de vez en cuando te pienso, ya no me haces falta. Porque siempre supe que solo yo te quise.
Tú me querías matar.
Adiós humo. Adiós cigarrillo. Adiós para siempre. Adiós.