Fernando Yurman - ISRAEl, PLURALISMO Y POPULISMO

 


Una característica notable de Israel es la abundante, desigual y visible sobredeterminación. Un mosaico de vivos intereses y un enjambre de ecos fantasmales, inquietan constantemente el organismo social. Esa ebullición es democrática pero involuntaria. La diversidad de orígenes culturales, referentes históricos, ideológicos, lingüísticos y étnicos configuran un ensamblaje líquido de identidades perplejas. La innegable multiplicidad, el carácter caleidoscópico, casi inasible, pero espejeante, en toda la superficie nacional, suscita una identidad en ciernes, un inacabamiento esencial. Sucede tanto en el espacio como en el tiempo, en la geografía y en la arqueología. El Estado o la Nación no pueden suturarla en una anatomía homogénea, solo existe como fugaz desenvoltura. Perdura en esa condición flotante algo de la abigarrada historia judía en una burbuja propia, con su singular temporalidad mítica y una geografía simbólica. A esa férrea unidad dispersa habría que sumar las heterogéneas y cambiantes identidades del entorno, el ambiguo Medio Oriente que subyace a los estados actuales. La diversidad es flujo natural de la sociedad y el territorio.

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