Karina Sainz Borgo - JAVIER MARÍAS, EL REY DE REDONDA EN SUECIA



Esta es la nota que Zenda habría publicado si la Academia Sueca hubiese tenido a bien premiar al escritor.

El Nobel de Literatura llegó tras Berta Isla y Tomás Nevinson, dos novelas rotundas y definitivas que exprimen el jugo de su obra y lo consagran como uno de los autores contemporáneos imprescindibles. Y aunque Javier Marías no espera nada de nadie —su talento basta incluso para rechazar el Premio Cervantes—, buena parte de sus lectores ansiaban que su obra fuese, al fin, aplaudida en Estocolmo. Once años después del reconocimiento a Mario Vargas Llosa, Javier Marías se convierte en el séptimo escritor en español y el décimo segundo iberoamericano en recibir el Nobel.

Virtuoso en su escritura, polémico en sus opiniones y desdeñoso con el poder, Javier Marías deja a su paso un perfume aristocrático que irrita a más de uno. Aceptó un premio Nacional, en 1979, por su traducción de Tristram Shandy. A partir de ahí los rechazó. A Javier Marías no le gustan los salones oficiales. Desde hace muchos años no acepta ninguna invitación de los Institutos Cervantes, ni siquiera de las universidades públicas o la mismísima Radio Televisión Española. Lo que para unos es displicencia se trata de honestidad y coherencia, dos cosas que hasta entonces brillaban por su ausencia en los anuncios del Nobel.
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