El rechazo unánime del mundo a la persecución de Ramírez simboliza la derrota moral de la izquierda latinoamericana así como el resurgimiento de la sociedad civil argentina es una cachetada política a uno de los proyectos más agresivos de la llamada “marea rosada” regional.
El siglo XX y las dos décadas del actual han dado suficiente evidencia: salvo excepciones, la izquierda latinoamericana no ha sido democrática sino autoritaria. La amplia mayoría de la izquierda jamás se preparó para gobernar, apenas para llegar al poder. No ha generado propuestas de crecimiento, solo de redistribución de la pobreza. No piensa el futuro desde el presente, vive pertrechada en un pasado rancio, encerrada en dogmas desde los que pontifica con superioridad moral.