Tras la adopción por parte de Hungría de una legislación que prohíbe el "contenido LGBTQ" en las escuelas en junio pasado, el primer ministro holandés, Mark Rutte, concluyó que el país "ya no tiene lugar en la UE". Tiene razón. La Unión Europea debería comenzar el proceso de expulsión de Hungría, y luego debería considerar hacer lo mismo con Polonia.
Durante la última década, Hungría y Polonia han socavado sistemáticamente el Estado de Derecho y las instituciones democráticas, que se supone que están en el centro del proyecto europeo. La autodenominada "democracia iliberal" del primer ministro húngaro Viktor Orbán es un nombre inapropiado: ya no hay democracia de la que hablar. Los tribunales están cada vez más bajo el control del partido Fidesz de Orbán; a los medios de comunicación le queda poca libertad; las organizaciones de la sociedad civil operan bajo constante amenaza; y las universidades ya han sido despojadas de la poca autonomía que tenían.
Mientras tanto, en Polonia, el partido gobernante igualmente autoritario, Ley y Justicia (PiS), ha seguido abiertamente los pasos de Orbán. Aunque todavía no ha intimidado a la sociedad civil y a la oposición en el mismo grado, está socavando constantemente las instituciones democráticas del país.
Desde la perspectiva de la UE, la negativa de los dos países a participar en una nueva Fiscalía Europea debería ser la gota que colme el vaso. Lanzada en junio, la Fiscalía Europea tiene el mandato de investigar y perseguir el fraude, la malversación de fondos y otros delitos relacionados con fondos de la UE. No es sorprendente que haya una amplia evidencia que implique tanto a Fidesz como a PiS en tales abusos. Al negarse a reconocer la autoridad de la Fiscalía Europea, incluso mientras continúan recibiendo fondos de la UE, Hungría y Polonia se burlan del proyecto europeo y de todo lo que representa.
Además, ahora hay otro argumento para que la UE actúe contra Hungría y Polonia. Con la reconquista de Afganistán por parte de los talibanes, ya no hay duda de que el esfuerzo occidental para establecer la democracia y el estado de derecho por la fuerza y la ayuda extranjera ha fracasado. A partir de ahora, los países occidentales tendrán que predicar con el ejemplo. Como dijo el presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, en su discurso inaugural:"La mejor manera de mejorar la libertad en otras tierras es demostrar aquí que nuestro sistema democrático es digno de emulación"........
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