Anton Julian : POEMAS ROTOS





El NOMBRE DE DIOS

Yo no quisiera ser un dios,

por eso necesito un dios,

uno dios que no dependa

de su imperfecta creación,

un dios autónomo, libre y soberano,

como debe ser un dios,

un dios que exista a a la altura

y dignidad de su ser un dios,

Un dios que no sea la estatua

de piedra que ustedes han hecho

de Él y de su nombre: el nombre de Dios


ESE VACÍO QUE SIEMPRE REGRESA

La verdad no es tan complicada.

Lo único que nos falta es saber

es donde comienza

y en donde termina el amor.

Si lo trajiste entre tus brazos al nacer

o fue un rayo que iluminó la noche más oscura

allí donde no había lunas, ni nada.

Solo ese vacío que por momentos regresa

y como si arrastrara un perro ciego,

por las piedras de estas calles, nos sigue

y con dolor, con mucho dolor, nos ladra.


LA PIEDRA Y EL VERSO

Y pensar que en esa piedra

tan vulgar y triste de mi casa,

yacen historias escondidas,

tumultos de ríos congelados,

uñas de lagartos moribundos

alas de mariposas gigantescas,

luces que son materias oscuras

materias que son luces radiantes,

caricias de manos escondidas,

universos infinitos, pero vivos

agujeros negros o blancos,

labios mortales abiertos en la noche,

La historia completa y sin final

del universo y de todos sus hijos.


LA RONCA PALABRA

Algun día tendrás que comprenderlo:

en el oscuro misterio de la intrafísica

tú no eres sino la millonésima parte

de un segundo hecho a imagen y semejanza

de todo lo que es, ha sido y será.

Entonces, cuando lo comprendas,

dejarás de ser el pájaro desplumado que eres.

Entonces estarás más cerca de ti.

Entonces escucharás la palabra ronca de Dios.


TÚ Y YO

El otro “siempre”, el de la vida,

siempre está poblado

de muchos yoes y túes,

y entre sus tantos verdes

no sabemos quien soy yo

ni quien eres tú, ni a cual yo

o a cual tú, pertenecemos tu y yo.