Me dices que no hay luz y pienso que la luz
no es lo contrario a la oscuridad de la materia,
pues según la física cuántica hay ondas,
así como en las olas del mar
cuando estallan sobre las rocas
de una isla abandonada pero también
en partículas elementales,
en corazones ensangrentados,
o simplemente en las dalias invisibles del verano
y porque la nada no es un comienzo sino tu eterno
acompañante repartido entre el champú y el orégano,
en la pasta de dientes o en la eternidad, hacia donde
vamos, a unir nuestra semilla con el agua.
Como creadores, perdidos en un tiempo que no avanza.
En un tiempo que siempre sobreviene. Y no vuelve más.
Me dices que no hay luz pero en mi oscuridad yo solo veo tu luz.