'En la cola nadie habla. Una mujer se mira la punta del zapato y un joven tamborilea con los dedos sobre la pared. Han pasado unos pocos días desde que los cubanos tomaran las calles en una protesta sin precedentes en los últimos 62 años y la indignación invade cada espacio. En la medida en que salen imágenes de la brutalidad policial, más testimonios de madres con sus hijos desaparecidos desde aquel domingo y los videos de las ciudades militarizadas, la irritación popular crece.
Cualquiera que, antes de esa fecha ya histórica, no conociera la Isla, podría decir que las autoridades han logrado controlar la situación y que la calma reina otra vez en las calles cubanas. Pero, en realidad, esta aparente tranquilidad es solo espanto, ira y dolor. En La Habana la tensión puede cortarse en el aire y por todas partes hay policías, militares y civiles progubernamentales con improvisados garrotes en las manos.