Octavio Henriquez- Nicaragua: CÓMO SALIR DE LOS HOMBRES FUERTES


En las cuentas de las redes sociales, se pueden encontrar varias pruebas del fanatismo de los militantes del partido de Daniel Ortega. Pero una de las peores es la de policías encapuchados bailando “el comandante se queda” en julio de 2018, tres meses después de iniciada la rebelión cívica que el régimen reprimió con dureza dejando un saldo de 328 asesinados.

Los oficiales celebran la retoma de Masaya, tras meses convulsos donde la población levantó barricadas para protestar contra el régimen y defenderse así de la “operación limpieza” que era oficialmente como las autoridades llamaron al despeje violento de las vías públicas.

No solo los trabajadores del Estado, sino los niños en las escuelas realizan actividades cargando banderas del partido de gobierno por orientaciones de sus maestros. Le recitan a Daniel Ortega y Rosario Murillo, su esposa y vicepresidente y la “compañera” como le dicen los militantes del FSLN. También los empleados públicos celebran los cumpleaños del gobernante y publican además fotos de pasteles con el rostro del “comandante” en sus redes, diciendo que es su “presidente 2021”.

En Nicaragua, el caudillismo y el culto a la personalidad de los que mandan es una tradición recurrente de nuestra forma de hacer política que va claramente en contravía con la democracia.

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