En 2014, la UE escenificó el fin de la cooperación con Rusia, tras la anexión de Crimea y la guerra de Ucrania. Desde entonces, la rivalidad y la confrontación se han intensificado entre Bruselas y Moscú, sobre todo en los países de la Política de Vecindad Oriental (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania) y por el envenenamiento del opositor ruso Alexéi Navalni.
El pasado 28 de abril, Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, ha resumido lo que debería ser la nueva estrategia de la UE hacia Rusia en tres palabras: push back, contain and engage (“hacer retroceder, contener y comprometerse”). La línea de actuación que propone Borrell supone un compromiso renovado con los Cinco Principios Rectores de la política de la UE hacia Rusia, adoptados en 2016. El éxito de su propuesta dependerá de la capacidad de la UE de realizar con sentido y acción política un eslogan de tres palabras, así como de la posibilidad de acción conjunta de los países miembros, más allá de la imposición de sanciones económicas a Rusia. Y dependerá también de la respuesta rusa, sobre todo en los países de la Política de Vecindad Oriental limítrofes con la UE (Ucrania y Bielorrusia).
El deterioro de las relaciones entre Rusia y la UE seguirá agravándose, porque hay una incompatibilidad entre aquella como actor geopolítico y el poder normativo de la UE; es decir, entre los objetivos de política exterior y seguridad de ambos. Seguirá predominando el antagonismo entre Bruselas y Moscú en su visión del orden internacional y del concepto de la soberanía nacional. Los Cinco Principios Rectores son instrumentos para “conllevar” a Rusia. Para que se conviertan en una estrategia se necesitará voluntad política y una concepción común de los 27 del tipo de amenaza que representa Rusia para la UE, por ahora ausentes.