Jorge Resina - IGLESIAS FUE PODEMOS PERO PODEMOS YA NO SERÁ IGLESIAS



Cuando Podemos concurrió por primera vez a unas elecciones era prácticamente una fuerza desconocida. Se celebraban las Elecciones Europeas de 2014 y entonces solo se sabía que era el partido del “de la coleta”, ese joven profesor universitario que aparecía en televisión, que tenía la capacidad de explicar de forma pedagógica las causas de la crisis económica que atravesaba España y de salir indemne de las tertulias de la derecha a las que acudía.

Fue así como Pablo Iglesias comenzó a popularizarse en muchos hogares hasta el punto de que, en una hábil estrategia política, Carolina Bescansa recomendó que las papeletas de aquellos comicios llevasen la cara del candidato emergente, en vez del logo del partido recientemente fundado.

La estrategia funcionó. Podemos rebasó las expectativas y logró cinco parlamentarios europeos, con más de 1,2 millones de votos. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la valoración de los resultados. Lejos del esperado tono triunfalista, Iglesias compareció con rostro serio e hizo toda una declaración de intenciones: el verdadero objetivo de la nueva formación era lograr la centralidad del tablero político español.

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