Cuba: ¿QUIÉN LE TEME A MANUEL OTERO ALCÁNTARA?

 



Luisma, como todos le llaman, es un cubano como cualquier otro. Nació en un barrio humilde (El Pilar, ubicado en el municipio habanero del Cerro) y vive en otro barrio humilde (San Isidro, en una de las zonas deprimidas de La Habana Vieja). Creció en medio del Período Especial en Tiempos de Paz (uno de los tantos eufemismos inventados por el gobierno cubano para esconder su ineficacia por más de sesenta años). Creció entre «alumbrones» porque eran más las horas a oscuras que las otras; entre platos magros y vecinos ahogando el hambre y la desidia en «chispa e’ tren» o «hueso e’ tigre», como le llamaban popularmente a aquellos cocteles caseros hechos con no importa qué, incluso alcohol de madera que dejó ciego a más de uno. Luisma creció en un país comatoso, en fase terminal, donde era común esa mutilación continuada de despedir a la familia día tras día, a los amigos día tras día. Creció en medio de una sociedad en plena hambruna dando pedal a todas horas para llegar a ningún sitio. Una sociedad con el estómago pegado al espinazo y si acaso una «sopa e’ gallo» (las cafeterías lo único que tenían, cuando tenían algo, era agua con azúcar) con la que empujar aquellas pastillas que podrían, si acaso, salvarte de una avitaminosis que te dejara ciego, paralítico o sin vida. Aún así, sobrevivimos muchos. Hemos sobrevivido mucho tiempo.   SEGUIR LEYENDO>>