Yoani Sánchez - CUANDO NO HAY CLASES NO HAY ADOCTRINAMIENTO

 


Se despiertan pasadas las diez de la mañana, el resto del día transcurre entre colas para comprar comida, frente a la pantalla del móvil o de alguna consola de videojuegos. Tienen más de 17 años y menos de 25, pero este 1 de febrero no pudieron reiniciar la enseñanza universitaria porque el repunte de covid-19 en La Habana lo ha impedido. Al librarse de los estudios presenciales, también se salvan de las sesiones de adoctrinamiento ideológico.

Karla, Mateo y Jeancarlo estudian primero, tercer y quinto año de especialidades técnicas y de humanidades en centros de altos estudios de la capital cubana. Han pasado largos meses desde que dejaron de asistir a clases, y eso se nota no solo en la calidad de la grafía y el despertador, que ya no suena temprano, sino también en la desconexión con el mecanismo de adoctrinamiento ideológico que hasta hace poco marcaba el paso de su vida estudiantil.

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