Los resultados de las más recientes elecciones municipales en Brasil han sido interpretados de distintas maneras por sus diversos protagonistas. Para algunos analistas, los comicios mostrarían de manera incontestable el debilitamiento de la ola de ultraderechadel 2018 y de la capacidad del presidente Jair Bolsonaro para respaldar candidatos con éxito. Para otros, indicaron preferencias electorales de bajo riesgo: las restricciones que impuso el covid-19 en las campañas habrían favorecido supuestamente la reelección de alcaldes y concejales, así como de candidatos afiliados a partidos políticos bien asentados. En efecto, el fortalecimiento de varios partidos de derecha y centroderecha llevó a algunos a proclamar incluso el retorno de la «vieja política», o de la política a secas, en contradicción con la tendencia antipolítica de la última elección presidencial. Otros creyeron oportuno precisar todavía que la «vieja política», por más que se la tildara de antiestablishment, siempre había estado en realidad en el centro de la palestra. Los análisis advirtieron también cambios en la configuración de los partidos de izquierda y centroizquierda y explicaron que el Partido de los Trabajadores (PT) no era ya el único actor de peso dentro del campo progresista, haciendo hincapié en la presentación sin precedentes de candidatos LGBTI+, por primera vez electos en semejantes proporciones. SEGUIR LEYENDO>>
Los resultados de las más recientes elecciones municipales en Brasil han sido interpretados de distintas maneras por sus diversos protagonistas. Para algunos analistas, los comicios mostrarían de manera incontestable el debilitamiento de la ola de ultraderechadel 2018 y de la capacidad del presidente Jair Bolsonaro para respaldar candidatos con éxito. Para otros, indicaron preferencias electorales de bajo riesgo: las restricciones que impuso el covid-19 en las campañas habrían favorecido supuestamente la reelección de alcaldes y concejales, así como de candidatos afiliados a partidos políticos bien asentados. En efecto, el fortalecimiento de varios partidos de derecha y centroderecha llevó a algunos a proclamar incluso el retorno de la «vieja política», o de la política a secas, en contradicción con la tendencia antipolítica de la última elección presidencial. Otros creyeron oportuno precisar todavía que la «vieja política», por más que se la tildara de antiestablishment, siempre había estado en realidad en el centro de la palestra. Los análisis advirtieron también cambios en la configuración de los partidos de izquierda y centroizquierda y explicaron que el Partido de los Trabajadores (PT) no era ya el único actor de peso dentro del campo progresista, haciendo hincapié en la presentación sin precedentes de candidatos LGBTI+, por primera vez electos en semejantes proporciones. SEGUIR LEYENDO>>