Steven Forti - MANUAL DE INTRUCCIONES PARA COMBATIR A LA EXTREMA DERECHA




No hacía falta esperar a que Q-Shaman, ataviado con pieles y cuernos, junto a varios millares de supremacistas blancos, neonazis, seguidores de las más esperpénticas teorías de la conspiración y miembros del partido republicano asaltasen el Capitolio para enterarse de que la extrema derecha es una amenaza real. No hacía falta esperar a que Bigo Barnett pusiese los pies en la mesa del despacho de Nancy Pelosi para entender que la ultraderecha es un verdadero cáncer que destruye por dentro nuestras democracias. No era necesario ser Einstein para verlo venir. En los últimos años hemos tenido ejemplos de sobra. Lo que pasó el pasado 6 de enero en Washington marca sin duda un antes y un después. Posiblemente ahora mucha más gente se ha dado cuenta de ello o, por lo menos, quien se hacía el sueco no tiene más excusas: el peligro existe y es real. No valen ya medias tintas. No hay más tiempo que perder.