En 2020 no solo nos golpeó una pandemia global, también nos golpearon las macanas de la policía.
Vimos cómo manifestantes de todo el mundo respiraron el aire cargado del gas lacrimógeno, perdieron la vista por balas de goma, padecieron tortura y, en algunos casos, murieron. Con desesperación, tratamos de encontrar a nuestros seres queridos entre aquellos que fueron detenidos y encarcelados por participar en manifestaciones pacíficas.
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