La imagen distópica de un Washington D. C. militarizado y convertido en una ciudad fortaleza custodiada por cerca de 30.000 efectivos de seguridad para proteger la toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris, no de un enemigo extranjero sino de un ataque terrorista interno, ilumina el principal reto que enfrenta el nuevo gobierno de Estados Unidos.
Aunque ya es una extraordinaria prioridad, para Biden ese gran desafío no es controlar la pandemia del coronavirus, que ha costado más de 400.000 vidas, millones de trabajos y sumido a Estados Unidos en la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. Donald Trump deja al país más poderoso del mundo roto y bajo la amenaza de convertirse en una distopía nacional populista de extrema derecha. La gran misión Joe Biden es reparar los estragos que el nacional-populismo ha causado en el sistema de gobierno democrático de su país y detener el avance de quienes la representan.