Nada puede decirse, nada puede pensarse de la razón por la cual el mundo gira alrededor del sol y el sol gira alrededor mío y yo giro en torno a recuerdos idos, cosas que no fueron y debieron ser: el enorme e inmenso mar de lo no ocurrido.
Así es.
Podemos levantar la hipótesis de que somos parte inconclusa de una evolución que avanza desde mi cama hacia el cielo. Nada está excluído en el pensar. Lo imposible suele ser verdad.
No obstante debemos poner límites
Entre la mujer que dice tócame y el frío que de pronto acude al alma, por ejemplo. O entre esos deseos criminales que nos dignifican y la sonrisa forzada de la razón pura, por ejemplo. Entre la ley, el deber, el poder y el ser, por ejemplo. Entre el pan con queso derretido y el amor que te consume el odio, por ejemplo. Entre las uvas y el vino, por ejemplo. Entre yo y tú y ellos, por ejemplo. Entre la gramática y la poesía, por ejemplo.
Después de todo somos mortales.
Luces que asoman en medio de la oscuridad. Luciérnagas curiosas. Momentos, partículas de segundos destrozados. Fragmentos de un tiempo que siendo el nuestro, no nos pertenece. Ni nos pertenecerá.
Si Dios es todo, también es cruel, tenemos que aceptarlo. Contra esa Verdad no podemos hacer nada.
Así es.