Pelayo de las Heras - ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN BIELORRUSIA?



Con pancartas escritas en inglés, la fotografía muestra cómo los opositores avanzan por las calles de Minsk enfurecidos y, a la vez, henchidos de una tensa calma. «Es un asesino, no un presidente», rezaba uno de los mensajes de los manifestantes. A su alrededor se alzan edificios de apartamentos y dibujos del propio Lukashenko. Uno en particular le retrata con una corona que, poco a poco, parece despegarse de su cabeza. «¡Déjala ir, Lukashenko!», pide el sencillo cartel. Tras 26 años de mandato, creen que ya es hora de que se retire el que, al fin y al cabo, es considerado como el último dictador de Europa. Es así como, semana tras semana, la extensa amalgama que compone la oposición en Bielorrusia se echa a la calle para pedir el fin de un régimen de marcado cuño autoritario.

El último factor que ha posibilitado esta explosión social ha sido el amaño de unas elecciones que ya no son sino una suerte de paupérrimo espectáculo. Así lo afirma, al menos, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que señala el hecho de que ni siquiera llegaron a alcanzarse los requisitos básicos de monitorización electoral. «Los alegatos de que las elecciones presidenciales del 9 de agosto no fueron transparentes, libres o justas son confirmadas», sostienen. Son estas elecciones amañadas las que, en última instancia, han logrado pinchar la burbuja en que se hallaba inmerso el país. Lo mismo ocurre, además, con las múltiples violaciones de derechos humanos, que han sido halladas «de forma masiva y sistemática». A esto se suman no solo las torturas y la ausencia de cualquier juicio justo, sino también las muertes de algunos de los opositores. Además, la pandemia del coronavirus, cuya gestión está marcada por una transparencia nula, también continúa marcando la vida diaria del país: Bielorrusia se halla, ahora, completamente asediada.

«El proceso que está teniendo lugar en Bielorrusia no será rápido, sino que será algo que se solucione a largo plazo. En primer lugar, porque Occidente no les apoya como sí hizo con Ucrania y Georgia. Esto es así porque, para empezar, los bielorrusos no han pedido una ayuda de forma explícita. Con esto quiero decir que lo que ellos buscan no es alinearse con la Unión Europea o la OTAN: no quieren un cambio geopolítico, sino un cambio de régimen. Es cierto que las sanciones promovidas por la Unión Europea son escasas, simbólicas, pero lo cierto es que tampoco puede hacer mucho más», señala Mira Milosevich-Juaristi, una de las principales investigadoras del Real Instituto Elcano. «En parte, la oposición bielorrusa me recuerda al caso del sindicato polaco Solidaridad, porque apenas sabemos qué programa tienen. Es un despertar cívico, una clara demanda de cambio político… pero no podemos saber cómo lo van a conseguir», recalca.

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