¿Cuál fue el aporte principal de España a Hispanoamérica, cuando la descubrió y conquistó? A esta pregunta los creyentes responden que la Iglesia católica, Cristo, la verdadera religión. Los evangélicos, tan numerosos ahora en el nuevo continente, aunque discrepando algo, probablemente terminarían aceptando esta respuesta. Los no creyentes, como el que esto escribe, responderíamos que, sin la menor duda, ese aporte principal ha sido la lengua, el castellano o español que reemplazó a las mil quinientas (que algunos lingüistas extienden hasta cuatro o cinco mil) lenguas, dialectos y vocabularios que hablaban en América del Sur las tribus, pueblos e imperios. Como no se entendían, vivieron muchos siglos entregados al pasatiempo de entrematarse.
Murieron por la espada y la pólvora muchos indios y buen número de españoles en aquellos siglos convulsos, en que España llenó América de iglesias, ciudades, conventos, universidades y doctrineros, y en el que millares de familias españolas se avecindaron en las nuevas tierras, donde han dejado larga descendencia. Muchos latinoamericanos nos sentimos orgullosos de ser herederos de esos humildes españoles, analfabetos muchos de ellos, que provenían de todos los pueblecitos de la península.