La escasez es una categoría invariable en cualquiera de las fórmulas que intenten descifrar la realidad cubana. Hay escasez de todo: de alimentos, de productos de higiene, de medicamentos, y también de libertades políticas y civiles. Además de esa precariedad abarcadora, la otra gran constante del país es la violencia ejercida contra quienes se atreven a cuestionar la inmutabilidad de las miserias. Hace apenas un mes, esa estática dejó de ser absoluta y sufrió dos grandes sacudidas que amenazaron con sacarla de su eje: una ocurrió en la barriada de San Isidro y la otra, como eco de la primera, frente a las puertas del Ministerio de Cultura.