(un texto de antropología poética)
Hay que corregir a Juan, el evangelista,
primero no fue la palabra,
primero fue la mano,
la que cogió el garrote,
la que arrojó la piedra,
la que esgrimió el cuchillo de Cain
(padre nuestro que estás en el suelo)
la que movió los dedos para contar a las estrellas,
la que recorrió el cuerpo de la otra y del otro
y descubrió el origen del universo
y solo después, muy después, llegó la palabra,
la que nombró a la mano y a las cosas de tu mano
y de la palabra vino la mente,
la mente que manda a la mano,
la mano que te hace humano
la que te indica el color del horizonte
la que me hace escribir estas palabras.
Con mi mano
La mano es la madre nupcial de tu alma
Dame entonces la mano.
Muéstrame el camino con tu mano.
Acaríciame los ojos con tu mano.