Arturo Pérez Reverte - QUIERO SER UN GENIO DEL MAL

Tiene huevos la cosa. Te pasas la vida con un álbum de fotos desagradables en la memoria, resuelto a no regresar allí donde estuviste, intentando convencerte de que, a pesar de cuanto recuerdas, el ser humano no es tan malo como parece cuando lo parece. Te pasas treinta o cuarenta años depurando los archivos, poniendo delante los buenos ratos, las historias nobles, los gestos solidarios y los momentos dignos y honrados de los que fuiste testigo, y relegando al fondo, para apenas verlos, aquellos de primera mano que nadie te contó y a los que basta echar un vistazo para que salten a la cara la estupidez, la barbarie, la maldad, la infame naturaleza que el hombre y la mujer –seamos paritarios también en la hijoputez– llevan en su esencia y suelen aflorar al menor descuido.

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