Es alarmante ver a muchos dirigentes políticos formando parte de una comparsa negacionista. Aferrados al no quiero, no puedo y hasta a el no me da la gana, estos cultores del NO han hecho de su supuesta estrategia por la libertad una pataleta centrada en el inmediatismo que terminó por coincidir con aquel “vete ya” de las antiguas amarguras y el “la solución es que se vaya” que desde hace años promueven sin ningún resultado desde la esquina del berrinche eterno.
Aferrados a promesas basadas en delirios y encontrando enemigos no ya en el autoritarismo que dicen adversar, sino entre las propias filas opositoras, hacen del descrédito de los que hasta ayer caminaron con ellos y fueron considerados en algunos casos más que compañeros, hermanos, el blanco de su ira para justificar lo que por donde se lo mire es una renuncia anticipada a dar la lucha necesaria
Alejar a los votantes de las urnas, dejar vacíos los centros de votación en los que millones deberíamos expresar nuestra voluntad y nuestro rechazo a quienes están en el poder, se convierte, otra vez, en un remedo de estrategia para que con la repetición del error, todos los errores queden a salvo y nadie pueda ser juzgado por esta seguidilla de torpezas que están convirtiendo a una oposición que estuvo unida frente a un objetivo, en un conjunto de islotes que el autoritarismo tramposo podrá derrotar sin mayores dificultades.
Transitados todos los atajos de la insurrección, todas las equivocaciones del enfrentamiento armado sin armas, de la conspiración militar sin militares, del gobierno paralelo sin gobierno, se zambullen una vez más en las aguas turbias de la confrontación sin lucha política y dejan a millones sin la posibilidad de sumarse a la construcción del único enfrentamiento posible porque es para el único que estamos armados.
Si la palabra libertad gritada con bastante fuerza y replicada miles de veces en tuiter, puede superar en eficiencia a la organización de una ciudadanía ávida de cambio y a la conducción del proceso que pueda ir a buscar los espacios de poder allí donde deben pelearse y arrebatarse, es posible que su apología del NO se convierta en estrategia eficaz. Sería un milagro. Porque la libertad siempre ha sido resultado de la lucha y nunca de la renuncia y el pretexto.