Sucedió hace ya muchísimo tiempo.
Hojeando a Kant le pregunté:
¿Sábes tú lo que es “la cosa en sí”?
Ella levantó su vestido.
Y luego bajó la vista,
como mirando hacia el suelo.
Fue en ese momento
cuando supe
que entre el amor
y la filosofía
hay un abismo
infranqueable.