Hasta que no mane el agua de la vida estaremos solos,
temerosos de que este día sea el último
o que este día sea la noche que nunca vivió su aurora,
la que no recibió siquiera a sus fantasmas
Ni a los que en imágenes televisivas fueron llevados
en negros cajones al destierro terrenal:
los pobres, los simples, los desamparados, los idos,
los que nunca volverán.
Duro decirlo, cuando se ha amado tanto a las flores,
a los muslos tibios de las mujeres en celo,
a la idea del vino tinto goteando sobre la acera
y a la leche tibia con teamo bebido en cada sorbo.
Justo ahora cuando más quiero un abrazo lento
como si fuera el último acto de la creación
Entonces he de confesar: Vivo entre sueños rotos,
y países vacíos y lugares sin nombres y latitudes sin destino.
Mas vale la pena no pensar, digo yo,
Más vale dejar que el río siga su curso,
sin preguntar ninguna palabra.
Hay momentos en que todo está de más. Digo yo.