Pero una vez consumado el acto electoral que dejó calles y centros de votación vacíos, la estrategia que presionaría al mandatario ahora electo por unos pocos demostró que no tenia la fuerza para desalojarlo y que haberlo dejado solo en la contienda le acababa de dar otros 6 años de un mando que usaría para seguir destruyendo al país. No hubo marchas de protesta, ni salida masiva de embajadores, ni articulación para luchar por mejores condiciones y forzar unas nuevas elecciones.
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