Si algo es importante para quienes pretenden ejercer la buena política es el sentido de la oportunidad. Cualidad está muy distinta al bien conocido oportunismo que se ejerce a veces con sentido ético cuestionable cuando un evento sobrevenido parece brindar la oportunidad para intentar reavivar causas que a duras penas se sostienen.
Pero la pandemia tiene sus propios códigos y sus propios tiempos y el Gobierno los leyó rápido y tomó la delantera en un enfrentamiento con el enemigo nuevo que se le presentaba y que con suerte le serviría también para demostrar que el viejo, el de siempre, hacía una vez más la lectura equivocada del momento y de la oportunidad y que él era el único que podía proteger a su rebaño.