Los venezolanos deberíamos ser capaces de llenar las calles en señal
de protesta. De inundar no solo las grandes avenidas de Caracas con
nuestra furia sino también las de la provincia golpeada como nunca
por oscuranas y escaseces. Tendríamos que ser capaces de juntarnos
para recorrer ese asfalto que se ha cobrado tantas vidas y mostrar
que somos muchos, que somos casi todos, los que queremos un cambio
para este país que ya a duras penas reconocemos como el nuestro.
Pero deberíamos no basta. Para que esa voluntad mayoritaria salga a
la calle necesita saber que sale porque existe otra voluntad, la
política, de guiar ese reclamo por los caminos que puedan conducirla
a recobrar la esperanza.
Que no es una calle ciega como otras
recorridas, que no es una emboscada con fines ocultos como otras
antes, que es una manifestación genuina del cambio que queremos y
que está orientada y dirigida a canalizar ese descontento y a
transformar esa fuerza humana en la energía capaz de alcanzar por sí
misma los objetivos que desde hace tiempo perseguimos.
Para que el
mundo nos vea”, es una buena razón para salir a marchar, pero
sabemos que el mundo nos ha visto ya demasiadas veces y que ha visto
también como esas mismas calles que se llenaron a inicios de 2019 se
fueron vaciando con el transcurrir de los meses porque el discurso
que los convocó a la salida inminente y que a veces se pareció
demasiado a una trampa nunca tuvo una posibilidad real de cumplirse.
Los que volvimos a nuestra vida cotidiana con la ira y la frustración
a cuestas después de sentir que éramos millones los que podíamos
empujar el carro del cambio pero que no había un camino que
pudiéramos seguir, sino muchos atajos de destino incierto y que en
su mayoría solo estaban en la imaginación febril de quienes
conducían ese carro, difícilmente nos sentiremos convocados a dejar
una vez más nuestras huellas en el pavimento para una vez más,
regresar con la ira y la frustración intactas.
Liderar una mayoría significa la responsabilidad de acercar
voluntades a un proyecto común y de reunir la mayor cantidad posible
de gentes para construir una fuerza real y tangible.
Capaz de expresarse en las calles. Capaz de expresarse en las urnas en defensa de su Asamblea Nacional amenazada.
Capaz de contarse para cambiar su destino.