LATINOAMÉRICA HACIA EL 2020; ENTREVISTA A FERNANDO MIRES

Hace cerca de dos meses el periódico digital El Estímulo me envió un cuestionario para que respondiera por escrito a 10 preguntas sobre las tendencias políticas que surgen en América Latina. Por razones que desconozco el periódico no publicó mis respuestas. Como al autor de estas líneas no le gusta perder su tiempo ni su trabajo, doy a conocer mis respuestas en POLIS.


Fernando Mires (Prof. Dr.) nacido en Santiago de Chile, hasta su jubilación ejerció docencia en la Universidad de Oldenburg (Alemania) en el área de Política Internacional. Más de treinta libros sobre política internacional, filosofía política y temas culturales, publicados en diversos idiomas. Sus artículos suman cientos. Actualmente sigue los acontecimientos políticos internacionales desde su revista política y cultural POLIS polisfmires.blogspot.com Sus artículos y entrevistas son publicados en diversos medios de difusión.



1. La democracia liberal pareciera hacer aguas en todo el mundo, hay un auge del nacionalismo y una tendencia antiglobalizante, ¿qué está pasando? ¿Los autoritarismos son el futuro como lo plantean las distopías y Latinoamérica podría ser un ejemplo de esto?

La democracia – prefiero hablar de democracia sin apellido – vive siempre en peligro. Si comparamos la situación actual con la que prevaleció durante gran parte del siglo XX podríamos decir incluso que hoy está menos amenazada que antes. Las ideologías totalitarias del siglo XX – fascismo y comunismo- postulaban abiertamente la supresión de la democracia. Hoy en cambio los llamados autoritarismos optan por disfrazarse. Ya sea Maduro, Ortega, Erdogan, Putin, incorporan a sus sistemas de dominación elementos consustanciales a las democracias, entre ellos elecciones periódicas. El peligro, por tanto, no lo veo en las amenazas sino en la reacción de las democracias frente a ellas. En el pasado reciente, conservadores, liberales, democristianos y socialdemócratas, asumieron una actitud militante frente al peligro totalitario. En cambio hoy son más bien condescendientes. Incluso incorporan a partidos de ideologías anti-democráticas a sus gobiernos (Podemos por el lado izquierdo en España y hasta hace poco el fascista FPÖ en Austria, por el derecho)

2. Desde la segunda mitad del siglo XX, Latinoamérica ha transitado por diferentes escenarios históricos: primero las dictaduras militares, luego la socialdemocracia, posteriormente se intentaron aplicar medidas liberales y terminó surgiendo el socialismo. ¿A qué se debe ese tránsito? ¿Por qué el continente pareciera estar estancado y no termina de desarrollarse?

El camino no ha sido tan lineal. En diversos países después del dominio militar surgieron gobiernos conservadores (Chile, Uruguay). En otros, gobiernos de centro izquierda. Socialismo en sentido estricto no ha aparecido en ninguna parte, a menos que denominemos así a mafias que se sirven de algunas palabras del socialismo histórico pero que en muchos puntos están más cerca de un fascismo de tipo mussoliniano. Es el caso de los llamados socialismos del siglo XXl. Ayer se pensaba que América Latina avanzaba hacia la izquierda, hoy se piensa que avanza hacia la derecha. Ni lo uno ni lo otro. Por el momento me parece advertir un equilibrio inestable entre lo que denominamos izquierda y derecha. Y eso es más bien normal.

3. ¿Cómo fue que pasamos de dictaduras militares a gobiernos populistas de izquierda?
El tránsito hacia lo que se denomina populismo de izquierda (no todos son populistas, ni todos son de izquierda) no lo veo como resultado directo de la dominación militar sino más bien de fracturas en democracias sin larga tradición democrática (valga la paradoja). Los llamados populismos de izquierda han aparecido allí donde los partidos democráticos han perdido su poder de representación social.

4. Llama la atención que, a diferencia de los partidos y líderes de la izquierda, el discurso de la economía de mercado (liberalismo) no caló ni tuvo la aceptación popular de la socialdemocracia y el socialismo. ¿Por qué? ¿Por qué opciones liberales o de derecha no han construido una narrativa que les garantice el poder como la izquierda (que se siente tiene como más “derecho” de gobernar en favor de los pueblos)? ¿Por qué calaron los discursos de Chávez, da Silva, Correa, los Kirchner y no los de Mauricio Macri o Carlos Andrés Pérez?
No creo que los de derecha no hayan calado. De ser así nunca habrían podido ganar elecciones. Además, también tienen una narrativa. La política, según el discurso de la neo-derecha, debe ser subordinada a la macroeconomía mediante programas de racionalización, privatización y medidas anti-inflacionarias. Es una narrativa atrayente para sectores medios con posibilidades de ascenso social. Así lograron “calar” Menem, Uribe, Piñera, Duque, Bolsonaro. El problema aparece cuando esas espectativas no logran materializarse a corto plazo, como sucedió a Macri. Es el momento de la réplica de “la izquierda” o, en su ausencia, la de los movimientos redencionistas (caso Chile) Hay gobiernos de derecha que también han construido una épica. En ese sentido Alvaro Uribe con su “guerra a muerte” sería un precursor de Jair Bolsonaro. Lo más probable es que Bolsonaro, si no logra dar forma social a su épica populista de derecha, será sustituido por Lula o el lulismo. Tanto la derecha como la izquierda populista mantienen clientes en distintos estratos sociales. Lo que tienen en común es el carácter autoritario de sus líderes. En ese sentido Bolsonaro no se diferencia demasiado de Chávez.

5. ¿Eso podría deberse a que el latinoamericano desea ser del primer mundo, pero no está claro que eso tiene un precio: trabajo, impuestos, un Estado mínimo?
Las categorías primer, segundo y tercer mundo, construidas durante el periodo de las luchas anti-coloniales ya no sirven. La idealización del estado de bienestar europeo tampoco. Lo comprueba el inaudito crecimiento de la informalidad laboral en Europa. Las masas migratorias construyen submundos sociales a los que los sociólogos no logran denominar. El tránsito de la economía industrial a la digital deja muchas víctimas en su camino. Sobre ese desorden avanzan partidos extremistas, de izquierda y de derecha, incluso en los países más prósperos. Recordemos que los recientes estallidos sociales surgieron en Europa antes que en América Latina. Los Indignados de Madrid, los Chalecos Amarillos franceses y las turbas secesonistas de Cataluña, por ejemplo. Ellos no tienen nada que envidiar en su demagogia e irracionalidad a la de sus equivalentes latinoamericanos. La ética protestante del trabajo -digámoslo así- ya no es hegemónica en Europa. Tampoco lo es la regulación democrática de los conflictos.

6. ¿Está Latinoamérica entrampada en una discusión anquilosada de derechas e izquierdas? ¿o ese debate sigue estando vigente?
Ni las izquierdas ni las derechas de hoy corresponden con sus significados pretéritos. La izquierda fue construida sobre la base de una clase obrera industrial, propietaria de una larga tradición histórica e incluso cultural. Las derechas conservadoras y clericales correspondían a estratos acomodados, sobre todo agrarios, más sectores medios en ascenso. Esas bases ya no existen. Las derechas son hoy partidos de empresarios volátiles y de sectores medios en vías de descomposición. Y las izquierdas representan lealtades ocasionales, incluso contradictorias entre sí. Y sin embargo seguimos hablando de izquierda y derecha. En parte por comodidad. O porque esas categorías todavía conservan cierto poder regulativo. A pesar de que sabemos, usted lo ha dicho, que son conceptos entrampados.

7. Latinoamérica siempre ha tenido una historia en común: se independizaron relativamente juntas, tuvieron un período de guerras civiles, de caudillos, dictadores, democracias estables y ahora esto. ¿Qué está pasando en la actualidad con estas protestas? ¿Qué reflejan?
Ortega y Gasset diría: es el acceso de las masas a la política. Pero no son las masas de los tiempos de Ortega las que, en gran parte, se agrupaban en clases. Se trata más bien de la descomposición de las clases tradicionales y su sustitución por masas que solo pueden ser organizadas desde lo político de un modo populista. Es la hora de los grandes demagogos.

8. ¿Fracasaron los gobiernos de izquierda? ¿Cuáles reivindicaciones reclaman los ciudadanos?
El término fracaso es relativo. Probablemente vendrán nuevos gobiernos de izquierda en la región. Las izquierdas se mantienen y luchan por el poder en contra de las derechas. Creo que el problema es otro y tiene que ver con la capacidad de los partidos para dar forma política a nuevas realidades. No es casualidad que los partidos que más crecen en Europa sean los ecologistas y los racistas. De una manera u otra ambos dan forma política a problemas que los demás partidos ocultan. Los primeros, al deterioro del medio ambiente. Los segundos, a las migraciones masivas. Los llamados estallidos sociales de América Latina han demostrado que existen una serie de reivindicaciones ciudadanas que no han sido atendidas. Muchas de ellas son generacionales. Estas coinciden con otras más “clásicas” : me refiero a las que surgen en contra de gobiernos empresariales.

9. Al observar lo que ocurre en el continente, ¿considera que el futuro del continente es parecido al venezolano? ¿Venezuela es el futuro de la región?
Mis visiones del futuro no pasan del día de mañana: decía siempre a mis alumnos. Pero por lo que veo en el mundo político, nadie quiere tener a Venezuela como modelo. Incluso las candidaturas de izquierda en diversos países, lo primero que hacen es distanciarse de Maduro. Hecho que abarca también a las diversas oposiciones de la región. Algunos demócratas bolivianos, por ejemplo, han declarado que en su lucha contra Morales evitaron caer en las trampas en que cayó la oposición venezolana. Venezuela parece ser un caso especial en donde coinciden un gobierno inescrupuloso pero muy astuto, con una oposición mayoritaria dirigida por grupos extremistas y erráticos. Si es un ejemplo, es solo negativo.

10. ¿A qué se debe la actitud pasiva de los Estados Unidos con un hombre como Donald Trump, republicano, radical y políticamente incorrecto?
Trump en la práctica es mucho menos radical que sus palabras y su política internacional es mucho más ortodoxa de lo que se piensa. Como es sabido, en los EE UU hay dos doctrinas internacionales. Una es el intervencionismo. La otra es el aislacionismo. La primera tuvo su apogeo durante la Guerra Fría. La política de Trump significa en cambio un retorno al aislacionismo, hegemónico hasta antes de la Guerra Fría. Dicha política parte de dos premisas. La primera es que los EE UU deben velar en primer lugar por sus propios intereses y no inmiscuirse en problemas de otras naciones. La segunda, muy particular a Trump, es que su política internacional está guiada por intereses económicos, y eso significa que Trump no intervendrá nunca en problemas ajenos si los EE UU no pueden extraer ganancias inmediatas, contantes y sonantes. Es una política muy lógica y transparente.