Hace cerca de dos meses el periódico digital El Estímulo me envió un cuestionario para que respondiera por escrito a 10 preguntas sobre las tendencias políticas que surgen en América Latina. Por razones que desconozco el periódico no publicó mis respuestas. Como al autor de estas líneas no le gusta perder su tiempo ni su trabajo, doy a conocer mis respuestas en POLIS.
Fernando Mires (Prof. Dr.) nacido en Santiago de Chile, hasta su jubilación ejerció docencia en la Universidad de Oldenburg (Alemania) en el área de Política Internacional. Más de treinta libros sobre política internacional, filosofía política y temas culturales, publicados en diversos idiomas. Sus artículos suman cientos. Actualmente sigue los acontecimientos políticos internacionales desde su revista política y cultural POLIS polisfmires.blogspot.com Sus artículos y entrevistas son publicados en diversos medios de difusión.
Fernando Mires (Prof. Dr.) nacido en Santiago de Chile, hasta su jubilación ejerció docencia en la Universidad de Oldenburg (Alemania) en el área de Política Internacional. Más de treinta libros sobre política internacional, filosofía política y temas culturales, publicados en diversos idiomas. Sus artículos suman cientos. Actualmente sigue los acontecimientos políticos internacionales desde su revista política y cultural POLIS polisfmires.blogspot.com Sus artículos y entrevistas son publicados en diversos medios de difusión.
1.
La democracia liberal pareciera hacer aguas en todo el mundo, hay un
auge del nacionalismo y una tendencia antiglobalizante, ¿qué está
pasando? ¿Los autoritarismos son el futuro como lo plantean las
distopías y Latinoamérica podría ser un ejemplo de esto?
La
democracia – prefiero hablar de democracia sin apellido – vive
siempre en peligro. Si comparamos la situación actual con la que
prevaleció durante gran parte del siglo XX podríamos decir incluso
que hoy está menos amenazada que antes. Las ideologías totalitarias
del siglo XX – fascismo y comunismo- postulaban abiertamente la
supresión de la democracia. Hoy en cambio los llamados
autoritarismos optan por disfrazarse. Ya sea Maduro, Ortega, Erdogan,
Putin, incorporan a sus sistemas de dominación elementos
consustanciales a las democracias, entre ellos elecciones periódicas.
El peligro, por tanto, no lo veo en las amenazas sino en la reacción
de las democracias frente a ellas. En el pasado reciente,
conservadores, liberales, democristianos y socialdemócratas,
asumieron una actitud militante frente al peligro totalitario. En
cambio hoy son más bien condescendientes. Incluso incorporan a
partidos de ideologías anti-democráticas a sus gobiernos (Podemos
por el lado izquierdo en España y hasta hace poco el fascista FPÖ
en Austria, por el derecho)
2.
Desde la segunda mitad del siglo XX, Latinoamérica ha transitado por
diferentes escenarios históricos: primero las dictaduras militares,
luego la socialdemocracia, posteriormente se intentaron aplicar
medidas liberales y terminó surgiendo el socialismo. ¿A qué se
debe ese tránsito? ¿Por qué el continente pareciera estar
estancado y no termina de desarrollarse?
El
camino no ha sido tan lineal. En diversos países después del
dominio militar surgieron gobiernos conservadores (Chile, Uruguay).
En otros, gobiernos de centro izquierda. Socialismo en sentido
estricto no ha aparecido en ninguna parte, a menos que denominemos
así a mafias que se sirven de algunas palabras del socialismo
histórico pero que en muchos puntos están más cerca de un fascismo
de tipo mussoliniano. Es el caso de los llamados socialismos del
siglo XXl. Ayer se pensaba que América Latina avanzaba hacia la
izquierda, hoy se piensa que avanza hacia la derecha. Ni lo uno ni lo
otro. Por el momento me parece advertir un equilibrio inestable entre
lo que denominamos izquierda y derecha. Y eso es más bien normal.
3.
¿Cómo fue que pasamos de dictaduras militares a gobiernos
populistas de izquierda?
El
tránsito hacia lo que se denomina populismo de izquierda (no todos
son populistas, ni todos son de izquierda) no lo veo como resultado
directo de la dominación militar sino más bien de fracturas en
democracias sin larga tradición democrática (valga la paradoja).
Los llamados populismos de izquierda han aparecido allí donde los
partidos democráticos han perdido su poder de representación
social.
4.
Llama la atención que, a diferencia de los partidos y líderes de la
izquierda, el discurso de la economía de mercado (liberalismo) no
caló ni tuvo la aceptación popular de la socialdemocracia y el
socialismo. ¿Por qué? ¿Por qué opciones liberales o de derecha no
han construido una narrativa que les garantice el poder como la
izquierda (que se siente tiene como más “derecho” de gobernar en
favor de los pueblos)? ¿Por qué calaron los discursos de Chávez,
da Silva, Correa, los Kirchner y no los de Mauricio Macri o Carlos
Andrés Pérez?
No creo
que los de derecha no hayan calado. De ser así nunca habrían podido
ganar elecciones. Además, también tienen una narrativa. La
política, según el discurso de la neo-derecha, debe ser subordinada
a la macroeconomía mediante programas de racionalización,
privatización y medidas anti-inflacionarias. Es una narrativa
atrayente para sectores medios con posibilidades de ascenso social.
Así lograron “calar” Menem, Uribe, Piñera, Duque, Bolsonaro. El
problema aparece cuando esas espectativas no logran materializarse a
corto plazo, como sucedió a Macri. Es el momento de la réplica de
“la izquierda” o, en su ausencia, la de los movimientos
redencionistas (caso Chile) Hay gobiernos de derecha que también han
construido una épica. En ese sentido Alvaro Uribe con su “guerra a
muerte” sería un precursor de Jair Bolsonaro. Lo más probable es
que Bolsonaro, si no logra dar forma social a su épica populista de
derecha, será sustituido por Lula o el lulismo. Tanto la derecha
como la izquierda populista mantienen clientes en distintos estratos
sociales. Lo que tienen en común es el carácter autoritario de sus
líderes. En ese sentido Bolsonaro no se diferencia demasiado de
Chávez.
5.
¿Eso podría deberse a que el latinoamericano desea ser del primer
mundo, pero no está claro que eso tiene un precio: trabajo,
impuestos, un Estado mínimo?
Las
categorías primer, segundo y tercer mundo, construidas durante el
periodo de las luchas anti-coloniales ya no sirven. La idealización
del estado de bienestar europeo tampoco. Lo comprueba el inaudito
crecimiento de la informalidad laboral en Europa. Las masas
migratorias construyen submundos sociales a los que los sociólogos
no logran denominar. El tránsito de la economía industrial a la
digital deja muchas víctimas en su camino. Sobre ese desorden
avanzan partidos extremistas, de izquierda y de derecha, incluso en
los países más prósperos. Recordemos que los recientes estallidos
sociales surgieron en Europa antes que en América Latina. Los
Indignados de Madrid, los Chalecos Amarillos franceses y las turbas
secesonistas de Cataluña, por ejemplo. Ellos no tienen nada que
envidiar en su demagogia e irracionalidad a la de sus equivalentes
latinoamericanos. La ética protestante del trabajo -digámoslo así-
ya no es hegemónica en Europa. Tampoco lo es la regulación
democrática de los conflictos.
6.
¿Está Latinoamérica entrampada en una discusión anquilosada de
derechas e izquierdas? ¿o ese debate sigue estando vigente?
Ni las
izquierdas ni las derechas de hoy corresponden con sus significados
pretéritos. La izquierda fue construida sobre la base de una clase
obrera industrial, propietaria de una larga tradición histórica e
incluso cultural. Las derechas conservadoras y clericales
correspondían a estratos acomodados, sobre todo agrarios, más
sectores medios en ascenso. Esas bases ya no existen. Las derechas
son hoy partidos de empresarios volátiles y de sectores medios en
vías de descomposición. Y las izquierdas representan lealtades
ocasionales, incluso contradictorias entre sí. Y sin embargo
seguimos hablando de izquierda y derecha. En parte por comodidad. O
porque esas categorías todavía conservan cierto poder regulativo. A
pesar de que sabemos, usted lo ha dicho, que son conceptos
entrampados.
7.
Latinoamérica siempre ha tenido una historia en común: se
independizaron relativamente juntas, tuvieron un período de guerras
civiles, de caudillos, dictadores, democracias estables y ahora esto.
¿Qué está pasando en la actualidad con estas protestas? ¿Qué
reflejan?
Ortega
y Gasset diría: es el acceso de las masas a la política. Pero no
son las masas de los tiempos de Ortega las que, en gran parte, se
agrupaban en clases. Se trata más bien de la descomposición de las
clases tradicionales y su sustitución por masas que solo pueden ser
organizadas desde lo político de un modo populista. Es la hora de
los grandes demagogos.
8.
¿Fracasaron los gobiernos de izquierda? ¿Cuáles reivindicaciones
reclaman los ciudadanos?
El
término fracaso es relativo. Probablemente vendrán nuevos gobiernos
de izquierda en la región. Las izquierdas se mantienen y luchan por
el poder en contra de las derechas. Creo que el problema es otro y
tiene que ver con la capacidad de los partidos para dar forma
política a nuevas realidades. No es casualidad que los partidos que
más crecen en Europa sean los ecologistas y los racistas. De una
manera u otra ambos dan forma política a problemas que los demás
partidos ocultan. Los primeros, al deterioro del medio ambiente. Los
segundos, a las migraciones masivas. Los llamados estallidos sociales
de América Latina han demostrado que existen una serie de
reivindicaciones ciudadanas que no han sido atendidas. Muchas de
ellas son generacionales. Estas coinciden con otras más “clásicas”
: me refiero a las que surgen en contra de gobiernos empresariales.
9.
Al observar lo que ocurre en el continente, ¿considera que el futuro
del continente es parecido al venezolano? ¿Venezuela es el futuro de
la región?
Mis
visiones del futuro no pasan del día de mañana: decía siempre a
mis alumnos. Pero por lo que veo en el mundo político, nadie quiere
tener a Venezuela como modelo. Incluso las candidaturas de izquierda
en diversos países, lo primero que hacen es distanciarse de Maduro.
Hecho que abarca también a las diversas oposiciones de la región.
Algunos demócratas bolivianos, por ejemplo, han declarado que en su
lucha contra Morales evitaron caer en las trampas en que cayó la
oposición venezolana. Venezuela parece ser un caso especial en donde
coinciden un gobierno inescrupuloso pero muy astuto, con una
oposición mayoritaria dirigida por grupos extremistas y erráticos.
Si es un ejemplo, es solo negativo.
10.
¿A qué se debe la actitud pasiva de los Estados Unidos con un
hombre como Donald Trump, republicano, radical y políticamente
incorrecto?
Trump
en la práctica es mucho menos radical que sus palabras y su política
internacional es mucho más ortodoxa de lo que se piensa. Como es
sabido, en los EE UU hay dos doctrinas internacionales. Una es el
intervencionismo. La otra es el aislacionismo. La primera tuvo su
apogeo durante la Guerra Fría. La política de Trump significa en
cambio un retorno al aislacionismo, hegemónico hasta antes de la
Guerra Fría. Dicha política parte de dos premisas. La primera es
que los EE UU deben velar en primer lugar por sus propios intereses y
no inmiscuirse en problemas de otras naciones. La segunda, muy
particular a Trump, es que su política internacional está guiada
por intereses económicos, y eso significa que Trump no intervendrá
nunca en problemas ajenos si los EE UU no pueden extraer ganancias
inmediatas, contantes y sonantes. Es una política muy lógica y
transparente.