Anton Julian – EL MONO SALVAJE




A ese mono salvaje y enjaulado
que cada uno lleva oculto en la mirada,
ese que extiende su mano en tu cuerpo
para exigir sus derechos inhumanos,
el mismo que se columpia entre el cielo y la tierra,
pobre mono que nunca piensa pero ama,
que no conoce de risas ni de versos,
y entristece los ojos cuando lo abandonan
o golpea su pecho cuando el miedo acosa,
no debes mantenerlo a raya, ni negar su presencia
en nombre de ningún espíritu santo,
ni de la familia, ni de la civilización. Ni de la patria
Simplemente tienes que mimarlo,
darle de beber de tus aguas
y acceder cada cierto tiempo a sus exigencias pre-humanas

Y cuando nadie te vea, en las noches de medialuna,
abrirle de par en par, y sin miedo, las puertas de tu casa.